A los padres les horroriza pensar que su hijo se aburre en casa durante estos días de vacaciones, pero desde el punto de vista psicológico, sólo aquél que se aburre reconoce que debe encontrar algo con que motivar su mente. Aburrirse estimula la construcción de pensamientos y conceptos y ayuda a los niños a pensar por si mismos, a ser autónomos. Así, un niño aburrido se convierte en uno con posibilidades de construir un nuevo juego o imaginar una nueva idea.
A mi esta idea me relaja bastante.
Teneis toda la información en el blog grupo maternal.
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