jueves, 29 de enero de 2009

Sobre la teta


SOBRE LA TETA

Durante millones de años las mujeres hemos amamantado a nuestros hijos y eso ha garantizado la SUPERVIVENCIA DE LA ESPECIE. Solamente este hecho (dejando de lado las abrumadoras evidencias científicas de su superioridad frente al biberón) debería ser suficiente para que la sociedad y las instituciones normalizaran la lactancia y diesen todo tipo de facilidades y ayudas a las madres. Pero claro, la especie humana no nos caracterizamos por ser eso, precisamente muy humanos, y si no, nuestro mundo no estaría hoy como está a todos los niveles.
Durante millones de años las tetas de las mujeres han estado rebosantes de leche y el cómo funcionaba la lactancia se transmitía de generación en generación. Así, hasta que unos iluminados se les ocurrió cerrar el grifo y hacerse de oro con una burda imitación de nuestra leche y con los medicamentos para paliar las enfermedades que causa directamente o las que no previene.
A cambio de esto nos dieron ¿qué?, ¿alguien me lo puede explicar despacito?: Nos “liberaron” a las madres de la “dictadura” de la crianza de nuestros hijos para que participáramos en la fantástica economía patriarcal: miles de horas fuera de casa cobrando MENOS que los hombres (también en el 2009¡¡) y separadas de nuestros bebés.
Alguien tendrá que rendir cuentas alguna vez de porqué la liberación de la mujer-madre se hizo a costa de vender nuestra alma¡
Los estudios antropológicos han demostrado que la separación madre-bebé y la falta de contacto físico (nuestra civilización¡¡¡¡) crea individuos más agresivos y menos solidarios. Perfecto para perpetuar el estado de las cosas.
Las antiguas tetas llenas de leche han sido sustituidas por tetas VACÍAS de alimento (la silicona no vale¡). ¡Qué no nos engañen más¡. La lactancia materna es sobre todo una cuestión de PODER.
- El poder y la LIBERTAD de alimentar sin depender de nada ni de nadie.
- El poder del INSTINTO MATERNO y del vinculo piel con piel, y lo más peligroso y subversivo
- El poder del AMOR
Y precisamente para evitar todo este poder es por lo que la globalización económica ha extendido el genocidio de la lactancia a nivel mundial, tanto en países muy o poco desarrollados.
Nos venden la mentira de que nuestra biología es un drama (embarazo, parto, lactancia y crianza) y que es mejor evitarlo-medicalizarlo-externalizarlo. Pero con eso (partos intervenidos, biberones, bebés aparcados largas horas sin su madre) han negado nuestra esencia y nos han realizado una MUTILACIÓN ANTI-NATURAL.
Afortunadamente, la cadena de la transmisión de la lactancia nunca se rompió del todo y los GRUPOS DE APOYO son actualmente el eslabón perdido y la clave en el resurgir de la verdadera maternidad de la nueva era.
Las MADRES PRIMERIZAS y “modernas” somos carne de cañón:
- de todo el adoctrinamiento de la crianza oficial,
- de todos los artilugios que nos vende el sistema (yo creo que los compré todos y más¡¡¡),
- de todos los falsos expertos en crianza (Estivill y cía) y de la crueldad de sus métodos, y sobre todo
- de los malditos opinólogos profesionales que nos amargan la vida diciendo que no tenemos suficiente leche, que el bebé no gana 240,57 gr de peso, que no duerme 45 h seguidas, que no ha hecho 3,5 cacas marrón-caoba al día, etc.
Por eso tenemos derecho a que NOS AYUDEN otras madres, a escuchar palabras amables de mujeres con experiencia, a que intenten resucitar algo de nuestro instinto atrofiado, a que nos recuerden que nuestros bebés son seres maravillosos y no tiranos, y que debemos respetarles y atender su llanto y sus necesidades. Tenemos derecho a que nos enseñen a amamantar y a profundizar en el verdadero significado de la maternidad.
Muchas madres destetan pronto porque la lactancia se convierte en el CHIVO EXPIATORIO de las grandes dificultades que pasamos en la maternidad. Le echamos la culpa de todos nuestros males. Pero eso NO es verdad¡. A corto/medio plazo la lactancia TE FACILITA LA VIDA y es una herramienta de primer orden en la crianza: con la teta duermes y consuelas a tu hijo, con la teta superas las huelgas de hambre cuando están malitos, con la teta juegas con él, etc.
Nuestra sociedad es PERVERSA y contradictoria:
- muchos consideran indecente amamantar en público pero babean con las tetas del Interviú (y decenas de revistas porno a la vista de cualquiera) y el topless en la playa. Los hombres de Atapuerca actuales quieren reducir la teta a un atributo exclusivamente sexual (y sólo para ellos claro¡¡) pero es mucho más.
- oficialmente la lactancia es lo mejor, pero realmente nos preparan para el fracaso porque luego la mayoría de profesionales no están ni de lejos a la altura de la teoría y tenemos que buscarnos la vida en unos momentos de máxima fragilidad
- quieren que tengamos hijos para aumentar la natalidad (y la economía, no nos engañemos¡) y nos ofrecen guardería gratis a los 0 meses para NO CRIARLOS
- ¿cómo se come eso de lactancia exclusiva hasta los 6 meses (OMS) y a demanda si abandonas a tu hijo con 0 meses en la guarde para irte a trabajar? La teta no se da por ondas cuánticas sino piel con piel. Y si nos piden que me nos saquemos leche a lo 0 meses y nos ofrecen frigoríficos en la guarde para promover la lactancia: VOMITO¡¡¡

Mª del Mar Jiménez Redal. http://www.eldedoenlallaga.com/

martes, 27 de enero de 2009

¿Te suena? ¿Sueñas algo mejor para tu parto?

"Pongámoslas en severas habitaciones con luces que ciegan.
Tumbémoslas de espaldas en potros duros y estrechos.
Atémoslas a máquinas para que no puedan moverse.
Obliguémoslas a estar calladas y no molestar con sus dolores.
Expongamos sus partes más íntimas y amenacémoslas con el frío acero.
Hagámoslas empujar a sus bebés contra la gravedad de la tierra...
en estas condiciones el parto se hace rápidamente insoportable y el alivio del dolor es la única esperanza de la mujer....
Este no es el grito de una mujer de parto trayendo un bebé al mundo, aunque si sólo conoces el nacimiento en un ambiente medicalizado puede ser que lo creas así.
Esto es el aullido de súplica de un animal preso dolorido."

Tricia Anderson, matrona

Crianza

En un mundo como el nuestro, que desprestigia la maternidad y la crianza, parece que el cuidado de los bebés y niños es un hecho anecdótico y aislado en la historia de la persona, que no tiene influencia más allá de la infancia, y por supuesto ninguna relación con la sociedad.
Vivimos como si funcionase así porque actualmente predomina una crianza mecanizada: de biberón en vez de lactancia, de chupete en vez de consuelo, brazos o teta, de guarderías en vez de madre, de cunas alejadas de la habitación de los padres, de muñecos que imitan el latido cardiaco, de hamacas y columpios varios, de cámaras para vigilar al bebé en la distancia, de CDs de nanas o susurros, etc.
Sin embargo, la crianza sí influye en la edad adulta y por tanto en toda la vida de la persona, y sí determina el cómo es la sociedad. Y sus consecuencias son de tal envergadura y profundidad que llegan a explicar el grado de violencia que vive cada cultura.
A pesar de otro tipo de factores como genéticos, económicos, etc. la variable que mejor define el nivel de equilibrio emocional de una sociedad es el tipo de cuidado que dispensa a sus niños y a las personas de quien depende, su familia. Y nos encontramos entonces con 2 grandes grupos de modelos de crianza y de vida: violentos o pacíficos.
La diferencia entre ellos radica en el tipo de parto, la separación temprana madre-bebé, la existencia de lactancia prolongada o no, el respeto a las necesidades de los niños de día y de noche, el contacto piel con piel que se establece, el número de adultos-cuidadores por niño, la rapidez de respuesta ante el llanto,… y en definitiva, en si existe una crianza de apego o desapego.
Los pueblos poco afectivos con sus crías y con poco contacto piel con piel presenta altos niveles de violencia en la edad adulta. Sin embargo la agresividad es casi nula entre los pueblos que mantienen un contacto muy estrecho y continúo con sus hijos.
La antropología ha constatado este hecho innumerables veces, pero, por si quedaba alguna duda, la moderna psiconeuroendocrinología también lo ha confirmado y justificado: a menor contacto con un bebé, menos protegido y más temeroso se siente y más adrenalina segrega su cerebro. En cambio, a más afecto, contacto y amor, más se activan los circuitos cerebrales de la serotonina.Teniendo en cuanta la plasticidad cerebral de los primeros años de vida, y cómo las experiencias modelan la arquitectura neuronal y la personalidad del adulto, el predominio de una u otra hormona crea individuos distintos. El contacto físico y emocional constante con la madre (la primera fuente de amor) es lo que asienta los sistemas cerebrales del placer y crea personas seguras, confiadas y amorosas. Cuando el niño no recibe el afecto que necesita se crea una cultura basada en el egocentrismo, la violencia y el autoritarismo.
Cada autor lo ha nombrado de forma diferente: desamparo aprendido, indefensión, aprendizaje de la impotencia, desesperanza, sumisión, … pero en el fondo todo es lo mismo: sufrimiento y resignación, que determinan una actitud fría hacia el mundo y hacia los demás y que sólo en determinadas circunstancias pueden ser revertidos.
Podríamos creer que todas estas teorías de las hormonas y el apego sólo funcionan con tribus remotas y no en una sociedad con mp3, cirugía estética, hipoteca y rayo láser. Pero no es así.
Esa adrenalina y agresividad nos define también a nosotros y explica el grado de devastación al que hemos sometido a la Naturaleza, el injusto orden internacional, las cifras de miseria y hambre, y la violencia entre los países y en el seno de las propias familias.
¿Cómo hemos llegado a esto? Aunque las explicaciones son múltiples, la más potente y brillante (para el sistema) ha sido perturbar la relación madre-hijo que la naturaleza ha previsto para velar por el desarrollo físico, emocional, intelectual y social de una persona.
Atacando el apego desde la raíz se consiguen ciudadanos vulnerables, siempre necesitados y anhelantes de algo más, desorientados, sumisos y dependientes de una sociedad consumista y devoradora.
Pero para lograr una ruptura tan radical se necesita un engranaje de diferentes actores que consigan cegar totalmente el juicio y el instinto de las madres. Lo consiguieron. Y estas son mis 15 acusaciones:

1. Acuso a la industria farmacéutica de haber convertido todos los procesos naturales de la mujer en enfermedades tremendamente rentables: menstruación, anticoncepción, embarazo, parto, lactancia, crianza y menopausia.

2. Acuso a la píldora anticonceptiva (y todos los productos hormonales en general en mujeres sanas) de haber alterado totalmente nuestro delicado equilibrio endocrino y de robarnos los mensajes intuitivos que llegan del inconsciente con las diferentes fases del ciclo menstrual femenino, por la relación entre ovarios, determinadas hormonas y actividades de hemisferios cerebrales. Este es uno de lo problemas de base sorprendentemente ocultado. Las mujeres no se desconectan en el parto de sí mismas por primera vez, sino que llevan años desvinculadas de la sabiduría femenina ancestral y más unidas a un laboratorio que a su propio cuerpo.

3. Acuso al negocio de la fecundación artificial de aprovecharse de las mujeres desesperadas por concebir y someterlas a dolorosos, caros y largos procesos, en vez de analizar las causas verdaderas (y subsanables) del fracaso en los embarazos, y que nos obligarían a replantearnos el ritmo y el estilo de vida que llevamos a todos los niveles.

4. Acuso a la industria de la alimentación de su macabra y eficaz estrategia para convencer a medio siglo de mujeres y conseguir que la leche de un animal (cuyo cerebro es mucho menor que el humano) tratada químicamente, suministrada en plástico, y por manos frías, muchas veces, haya suplido al calor, amor y el milagro de una teta blandita. Este triunfo económico ha significado una condena a muerte a millones de niños en países poco desarrollados, y alto riesgo de enfermedades, menos nivel cognitivo y desapego en los países ricos. Ausencia de lactancia significa ausencia de oxitocina y menos enamoramiento madre-hijo, y a partir de aquí una larga cadena de conductas artificiales.

5. Acuso al sistema obstétrico de haber convertido la normalidad del parto en patología, de haberlo medicalizado hasta el delirio de 50% de cesáreas en algunos países, de no haber respetado la extrema fragilidad del recién nacido y de haber convertido el sagrado acto del nacimiento en una mera extracción y manipulación de bebés.

6. Acuso a los pediatras de haber confundido sus creencias y prejuicios con la verdadera ciencia, de haber frustrado millones de potenciales lactancias exitosas con falsas normas, de haber convertido en enfermedad una pauta de sueño mamífera y de anteponer sus criterios a las recomendaciones de la OMS.

7. Acuso a los neurólogos y psiquiatras de sobre-diagnosticar la hiperactividad, y de drogar y anular a una generación de niños (a pesar de los constatados y denunciados efectos secundarios) con Ritaline/Rubifren: la cocaína pediátrica

8. Acuso a los psicólogos de medrar a costa de todos los errores del sistema en crianza, de no hacer honor a su nombre (psiqué=alma), de crear teorías que han justificado la continua domesticación de los niños anulando el leve instinto materno que quedaba (sobreprotección, falta de límites, permisividad por consentir demasiado, malcriar, etc.), y de haber inventado una falsa socialización temprana que no existe hasta mucho más tarde ( 6-7 años cuando queda establecida la lateralidad cerebral).

9. Acuso a los falsos gurús de crianza: Spock/Ferber/Valman/Estivill y secuaces conductistas de hacer apología de métodos de socio-tortura y vender insensibilidad, crueldad y falta de respeto hacia los niños. Si hubiese un Tribunal de la Haya Emocional, todos estos personajes habrían sido condenados por sufrimiento a la Humanidad.

10. Acuso a las feministas clásicas de haber mutilado a las mujeres humillando nuestra feminidad y maternidad, y de haber vendido a nuestros hijos por una falsa liberación que simplemente fue un cambio de lugar de opresión, y que perpetuó y potenció el sistema y los valores dominantes: masculinidad, competencia, depredación, jerarquía. Nunca hubo ninguna revolución social, sino un continuismo con otra cara. Sí es compatible el trabajo y la crianza, pero para eso hay que transformar el sistema y no abducirnos a nosotras y abandonar a las criaturas.

11. Acuso a las revistas femeninas de fomentar modelos de mujeres descerebradas, consumistas, siliconadas, hipersexuales que cuando tienen hijos se convierten en madres virtuales que atienden por control remoto a sus criaturas a golpe de Visa y continúan con su estresante vida sin inmutarse ni un tacón.

12. Acuso al sistema educativo de precocidad, de tener planes obsoletos que no responden a las verdaderas necesidades de aprendizaje a través del juego y la libertad de expresión, de fomentar la sumisión y obediencia e impedir los procesos de pensamiento independiente y creativos que permiten encontrar el propio camino en la vida .

13. Acuso a toda la sociedad de ser adultocentrista y haber excluido a los bebés y niños de la vida diaria, de infravalorar la maternidad y crianza considerándolo una pérdida del talento de la mujer pero sí valorar a ésta como productora dentro del sistema económico (ni como reproductora ni como cuidadora).

14. Acuso al estado de Bienestar de haber secuestrado la vida de los bebés encerrándolos en guarderías tempranas que se convierten así en una especie de “orfanatos de día” bien decorados, mientras obliga a sus dos padres a trabajar lejos de casa para subsistir en un modelo de vida asfixiante, de haber pasado del concepto de “se necesita una aldea para criar un niño” a la soledad y el desamparo de 8 bebés por cuidadora, de tener unas políticas de conciliación familiar-laboral miserables, de ausencia de ayudas familiares decentes, y evidentemente de haber creado una sociedad del malestar en la que según la OMS en el 2020 la depresión será la segunda enfermedad.

15. Y por supuesto, acuso a las mujeres de no escuchar su corazón ni su instinto, de haber sacrificado a sus hijos para que el sistema los devore (porque ellas ya lo estaban), de acceder a la maternidad y parto con muy poca información y por tanto con una actitud de niñas dóciles que delegan su papel en los demás, de no luchar o exiliarse de este injusto modelo económico ni siquiera dentro del hogar, sino de dirigir la rabia y frustración (consciente o no) contra sus hijos, insensibilizándose ante su llanto y llamadas nocturnas, de obsesionarse por el adiestramiento y las normas (que en el fondo les ayudan a ellas a tener una estructura y orden y a desculpabilizarse de su abandono real), y de centrar todas sus fuerzas en aspectos externos al hogar.

Estos 15 agentes han hecho que llevemos varias décadas con una crianza impregnada del espíritu light de Herodes: subestimar la importancia de satisfacer plenamente los instintos y necesidades de la infancia, y han creado una sociedad DES-MADRADA, no amorosa, no segura de sí misma, no empática con los demás, que es la causa del estado actual de la Tierra.
Afortunadamente esta situación nunca ha sido 100% generalizada y siempre ha habido pediatras, neurólogos, ginecólogos, comadronas, psicólogos, revistas, colegios y madres y padres disidentes de la crianza oficial, que han sufrido muchas burlas, incomprensiones y zancadillas sociales, pero que han mantenido la luz encendida para todos los que venían detrás con los ojos abiertos.
Ese modelo de desapego nos ha obligado a estudiar e informarnos en profundidad (a veces más que muchos profesionales), nos han obligado a citar continuamente a la OMS, a husmear en los estudios antropológicos, a entender el efecto del cortisol y la alteración de la amígdala, a comparar diferentes culturas, a conocer las ayudas de maternidad del norte de Europa, etc. Pero nos han hecho fuertes.
Y por ello, ha llegado la hora de dejar de justificar la crianza mamífera como preferencia caprichosa personal, y de trasmitir que es la única salida posible para el planeta. Y podemos gritar con orgullo que las evidencias científicas, el instinto, la historia del mundo, el corazón y la Ética están de nuestro lado.
Estamos en un NUEVO PARADIGMA que es el de la maternidad consciente, vocacional y amorosa en total consonancia con otras transformaciones sociales: alimentación más sana, respeto y preocupación por el medio ambiente, auge de las medicinas naturales y alternativas, energías verdes, nuevas formas de espiritualidad, etc.
La pregunta ahora no es qué tipo de crianza eliges, sino en qué tipo de mundo quieres vivir: en el actual de niños y padres separados, dominio de la adrenalina y la frustración, o en un mundo de oxitocina, amor, fusiones emocionales y bienestar.La Política tendrá que hacer sus deberes y subir el PIB de ayudas a familias del 1’1% actual (en España) a más del 2% que es el nivel europeo, aumentar la baja de maternidad, fomentar la creación de espacios familiares, grupos de maternidad y ayuda mutua en el cuidado para compensar el aislamiento y soledad de tantas familias en nuestra sociedad, etc.
Pero las que verdaderamente debemos cambiar el estado de cosas y la mentalidad social somos nosotras: las propias mujeres.
La mujer que gesta y trae al mundo un hijo también gesta de alguna manera la sociedad. En su embarazo, parto, lactancia prolongada y apego con su hijo se gesta la salud física, emocional del niño, su capacidad de amar, de relacionarse con el mundo, su respeto a la vida, su alegría de vivir y su dignidad. Esto es sencillamente: PODER, y, para evitar que lo tengamos, han hecho todo lo posible por desapegarnos de nuestros hijos, ya que los humanos criados de esta manera son sabios y no comulgan con un modelo de sociedad basado en tantas mentiras e injusticias.
La lactancia es el acto más subversivo contra la sociedad actual: es gratuita, crea hijos sanos y felices, colmándoles el estomago, el corazón, los chakras y el alma. En la lactancia hay una parte que todavía no nos han explicado y es la LACTANCIA CUÁNTICA, la unión entre el bebé y el Universo a través de la madre. La lactancia es la alquimia de la vida y es la transmisora del conocimiento ancestral de millones de mujeres a través de una cadena energética de amor. Por ello, hay que defenderla, normalizarla y apoyar su uso como medida prioritaria.
Ahora parece que somos pocos, como una insignificante ola en medio del océano, pero seremos millones, y esa ola se convertirá en un tsunami que cuando llegue a la costa arrasará el Sistema. Los nuevos tiempos nos acompañan.
Otro mundo es imprescindible y está al alcance de la mano con tan sólo tres requisitos: oxitocina, apego y conciencia.

Asociación Criar con el Corazón

lunes, 26 de enero de 2009

Sobre la presencia del padre en el parto

Podríamos abrir debate sobre la presencia del padre en el parto.
Autores importantes se manifiestan pero aún no está clara la cosa, vamos que no hay evidencia científica ni a favor ni en contra.
Estando así el tema podemos lanzarnos a opinar, desde nuestra experiencia o desde donde queramos. Os invito a ello.
Lo que pienso y lo que siento yo.
Desde la cabeza puedo entender lo que dice Odent, casi todos los mamíferos machos se quedan fuera de lo que es el parto de las hembras. Si están, a lo sumo su papel es el de proteger la guarida donde está la hembra. Quizás en muchas ocasiones los hombres se sientan sutilmente forzados a acompañarnos por que socialmente ahora es lo que se espera de ellos. Pero si se conectaran solo con el cerebro primitivo y en ese momento les dejara de funcionar el neocortex ¿sentirían que ese es su lugar?. No sé, no puedo hablar por ellos.
En cuanto a lo que siento, por mi experiencia, a parto más respetado, más salvaje, más mamífero, a más confianza en la naturaleza de nuestro cuerpo de mujer menos necesidad he tenido de tener al hombre cerca. Para mi es así de contundente.
Lo he necesitado y mucho en mis partos de hospital, en un ámbito en lo que todo y todos eran extraños para mi, en el que incluso te encuentras con verdaderos depredadores, el padre era mi referencia de lo íntimo, mi seguridad, mi protección, mi sosten y el de mi cachorro. En mis partos en casa, no he sentido esa necesidad, ya me sentia segura.
Ahora, desde el neocortex que es desde donde se escribe, me parece fuerte hablar así. Pero es mi realidad. Aún así, si es uno de esos hombres conectado con la naturaleza, que sabe "borrarse", hacerse invisible, es bello y reconfortante que esté por allí, pero no es necesario. Desde luego si no es capaz de ello mejor que no esté muy cerca.

En cuanto al vínculo del bebe con el papa, creo que no es el momento del nacimiento el momento de forjarlo. Ni tampoco creo que la forma tenga que ser la presencia. Según laura Gutman, papá sostiene a mamá y mamá sostiene a bebé. Papá y bebé se relacionan a través de mama. Siento que es así.
Mª José Mochón

domingo, 25 de enero de 2009

Sabiduría a través de los hijos

La crianza de los hijos requiere de una vida en pareja donde las energías se concentren en aquello que la fortalece y la hace digna, y no se pierdan los ánimos con discusiones sobre teorías o verdades propias. Requiere, además, de una mirada que permita ver lo que no se ve, de distinguir lo adecuado, de comprender que la voluntad es importante pero secundaria a lo involuntario, que es necesario aprender a esperar, a contenerse, a arriesgarse, a confiar en algo más grande y lanzarse a las siempre sorprendentes e inesperadas corrientes de la vida.
De todo esto, (pero, claro, sólo en pequeños aperitivos) trata este artículo. Cualquier persona, sea cual sea su cultura, edad o creencia, desea mejorar y para ello se mete en mil y un vericuetos, se hace preguntas “innecesarias”, inventa artilugios que pueden darle muchos problemas o satisfacciones, etc., etc. Así el ser humano ha ideado mil y un métodos y estudios: la filosofía, la meditación, las diferentes religiones, etc., para conocerse a sí mismo, para desarrollarse y crecer como persona.
La vida en pareja y la crianza de los hijos, inexplicablemente, no entran dentro de esta categoría de realización personal, es como si por su naturaleza consideráramos que no pueden llegar a la profundidad y serenidad que se conseguiría con una práctica meditativa. Tengo la impresión, sin embargo, que con una mirada más amplia nos descubre todo lo opuesto: la pareja y los hijos es la vía que la vida nos brinda para crecer, morir y renacer, adquirir paciencia, dejar nuestro ego en segundo lugar, entregarnos a algo que no termina en nosotros, saber observar y percibir, etc. etc. En definitiva creo que es el camino natural para adquirir sabiduría. No una sabiduría sólo para elegidos, sino este saber que dignifica y profundiza la mirada mediante lo cotidiano. Lo que sigue, pues, son unas letras para valorar estas labores tan cotidianas e importantes.
He aquí lo mejor de todo. Quizás, querido lector o lectora, al leer el encabezamiento de este párrafo te hayas dicho: que pretencioso afirmar que nos va a descubrir lo mejor de todo. Sin embargo, como verás más adelante no exagero, y lo más probable es que al final concuerdes conmigo. Veamos.
Del mismo modo que la luz contiene oscuridad también cualquier problema contiene la solución. Para encontrarla es necesario mirar la realidad de otro modo y ver así lo que el problema no nos deja ver pero que existe. A esta mirada amplia la llamo matriz, pues es generadora de “soluciones” para cualquier problema, y no exagero al decirlo, pero antes de continuar por aquí, veamos lo mejor de todo según Haruchika Noguchi: Aun con los mejores tratamientos y la máxima técnica, uno muere.
¿Qué pasaría si no los aplicáramos? Ya se sabe que, tomados en exceso, los mejores alimentos dañan el vientre. De no habernos acostumbrado a elegir el mejor y máximo tratamiento, hubiéramos descubierto, quizás, lo mejor de todo. Se llama “lo adecuado”.
Quien se ha interesado por cuidar su salud o la de sus hijos, por conocerse a sí mismo, etc., busca, estudia y quizás acumula mil y una teorías y conocimientos, pero también lo más normal es que ante tal maraña de verdades al final se encuentre perdido y a la vez lleno de indicaciones y recetas sobre lo que tiene o no tiene que hacer. Todas las recetas, de hecho, son verdad, el problema reside en que como la vida siempre está en movimiento, lo que ayer fue una solución puede que hoy no sirva, ya que aunque el diagnóstico sea el mismo, el momento es diferente y la persona que lo vive, también.
Aquí habría que especificar que “lo mejor de todo” es decir “lo adecuado” no siempre es lo que anhelamos, queda pues así relegado a un segundo término nuestras expectativas y anhelos, para la vida nuestros deseos no siempre son los que han de cumplirse. Sin embargo sí es cierto que al seguir “lo adecuado” junto con el dolor y la frustración que acompaña no ver cumplidos nuestros deseos, también sentimos fortaleza y tranquilidad.
Aquí llegamos pues a un punto interesante: descubrir lo mejor de todo requiere varias condiciones, una de ellas es apertura. En relación a ésta me viene una hermosa imagen que me dijo hace ya 22 años, Gia Fu Feng un maestro taoísta que conocí en las montañas de Colorado y que al parecer la pronunció Krishnamurti, las recuerdo en inglés que traduciré lo mejor posible: You have to be open. Open like a lonely tree in an empty field. Tienes que estar abierto. Abierto como un árbol solitario en un campo vacío.
Lo normal es que cuando creemos fervientemente en algo, estemos un poco ciegos, y acabemos, con toda la buena intención del mundo, pretendiendo encerrar la vida dentro de esta creencia, así por ejemplo si nos interesa el zen, o el Seitai, o tal o cual psicoterapia, religión, maestro, etc., solemos ver el mundo a través de esas “gafas”, pero en estas condiciones lo más probable es que la solución pase delante de nosotros y no la veamos. ¿Cuántos padres y madres o educadores hemos sermoneado a los niños con “verdades” sobre la alimentación, por ejemplo, que, al estar empaquetadas, acaban constriñendo el arco iris de la vida en un solo color, estrechando así la sensibilidad del niño, que termina con la cabeza llena de ideas pero alejado de su verdadera sensibilidad, aquella que, de hecho, le ha cuidado hasta salir al mundo. Así, el niño o niña, confundido entra tanta certeza enlatada, ya no sabe si realmente tiene hambre, de qué, y cuánto desea comer. Igualmente pierde la sensibilidad para percibir que la vida siempre se está moviendo, pero esto Nasrudín lo cuenta mejor que yo, veamos.
En cierta ocasión un Rey le preguntó a Nasrudín qué edad tenía. Nasrudín contestó que 40 años. Ante esta respuesta el Rey le reprochó que hacía bastantes años había dicho lo mismo, a lo cual Nasrudín contestó que él era consecuente y siempre mantenía su palabra.
Ahora bien de la apertura que estoy hablando no ha de deducirse que falta de criterio, todo lo contrario, significa que es necesario abrirse y exponerse y a la vida para que nos muestre lo mejor de todo “lo adecuado”, y esto quiere decir que es necesario estar alerta a no buscar la solución más cómoda, la que previamente deseo, a la que me cuesta menos o más esfuerzo, la que dice tal experto o maestro, etc.
Llegado a este punto podemos nombrar otra condición esencial para descubrir lo adecuado: la humildad. Humildad quiere decir que aceptamos que la vida es más grande que nosotros. Así, no es necesario recibir mil y una frustraciones para comprender que no siempre la mejor solución pasa por lo que nosotros esperamos o nos gustaría. De este modo al aceptar la solución que aparece reconocemos que nuestro anhelo no siempre ha de ser tenido en cuenta y que, en muchas ocasiones, hemos de dejarlo de lado por un deseo más profundo y real.
Noguchi nos invita a ello con esta reflexión:

No es que vivamos.
Se nos deja vivir.
Y quien cree en esa vida
se mueve como el soplo del viento
y vive como el fluir del agua.
Sosegado, no aguarda, cavilando y temeroso,
lo que le depara el porvenir.

Que la vida nos ha engendrado y no nosotros a ella, es tan evidente, que resulta extraño que lo olvidemos con tanta frecuencia. La humildad pues, de la que hablo, no es ninguna concesión, es simplemente reconocer lo evidente y situarnos en el lugar que nos corresponde y por tanto que nos fortalece.
Con un ejemplo cotidiano, Hellinger, nos invita a dar un paso más en la dirección de cultivar la percepción de “lo adecuado”.
Un niño va al jardín, se maravilla de todo lo que crece, y escucha a un pájaro en los arbustos. En ese momento llega la madre diciendo: ¡Qué bonito! Ahora el niño, en vez de maravillarse y ser todo oídos, tiene que escuchar palabras, y la relación con aquello que es se sustituye por opiniones. La percepción inmediata queda perturbada por los comentarios. Las consecuencias son fatales.

La regla es bien simple: Si a uno se le ocurre algo, se mira a la persona y se examina: ¿Es un regalo si se lo digo? ¿Fortalece y nutre o estorba? Conforme a esto puedo actuar. Es decir, no hay ninguna regla fija, sino que cada uno tiene que actuar de manera responsable y de acuerdo a su percepción. ¿Cómo sé si mi intervención fortalece o debilita? ¿A qué he de prestar atención? ¿Cómo incrementar mi capacidad de percepción? Se abre pues aquí otra puerta interesante, dónde, como veis, la rutina, lo mortecino, tiene boca cancha para jugar, más bien es nuestra alma de explorador la que se ve invitada a saborear la vida que nos habita. Nuevamente Noguchi y Hellinger nos sugieren donde prestar atención.

En una autopsia jamás se ha encontrado la vida. H. Noguchi

El alma es aquello invisible que mantiene cohesionado nuestros órganos. Bert Hellinger

Noguchi y Hellinger, hablan de una Vida y un Alma que están vivas, es decir, que sus acciones o movimientos no son aleatorios sino que, conocedora de los verdaderos deseos del ser al que “animan” siempre se dirigen en pos de una solución que permita cumplir con su existencia. De este modo nos descubren que el cuerpo vive no porque tiene órganos, sistema nervioso, vasos sanguíneos o cerebro, sino porque existe algo anterior que ha creado ese cuerpo. De hecho un cadáver tiene lo mismo que un ser vivo, sin embargo hay algo que ha dejado de “animarle”.
Así aparece otro dato importante: se trata de percibir, observar, ver, lo que no se ve. Como esto de ver lo que no se ve parece contradictorio, Noguchi nos aporta un dato más: se trata de percibir la forma de lo que no tiene forma. Es decir el alma o vitalidad que nos sostiene (lo que no tiene forma) se hace visible mediante los movimientos involuntarios de nuestro cuerpo: pequeños gestos, contracciones o relajamiento, brillo y calidad de la mirada, etc., etc., que al exponernos a ellos con una actitud abierta y humilde, sin prejuzgar lo que ha de ser, nos muestran qué es “lo adecuado” en ese momento.
Bien, hasta aquí unas semillas para cultivar. Desde luego quedan matices y otras observaciones por explorar, pero ya tenemos lo necesario para conseguir frutos. Permitidme, sin embargo, que termine hablando de un ingrediente importantísimo, sin el cual todas estas semillas podrían marchitarse, Hellinger llama a este ingrediente: Valentía. Valentía, dice, para adentrarse en la penumbra y aprender a ver en ella. Parece que la vida muestra sus claves sólo para quien no teme a la sombra pues allí reside la solución, lo cual es comprensible pues si todo fuera luminoso, no existirían, claro está, esto que llamamos problemas.

Recuerdo ahora una historia de Nasrudin que viene como anillo al dedo.
Se encontraba Nasrudin en plena noche buscando afanosamente algo bajo una farola encendida.
En esto un amigo que pasaba por allí se le acercó y le preguntó:
- ¿Qué haces Nasrudin? ¿Puedo ayudarte?
- Se me ha perdido la llave de mi casa y estoy buscándola.
- ¿Y dónde se te ha perdido?
- Allí, más allá, dijo Nasrudin señalando un lugar oscuro y alejado de donde estaba.
- Entonces ¿por qué la buscas aquí?
- Porque aquí hay más luz

En fin, por hoy ya hemos llegado a puerto, termino pues estas letras, quedan, como siempre, muchas otras cosas por decir: la plasmación de todo esto en la observación y el cuidado de la enfermedad, el cultivar la capacidad de respuesta involuntaria de nuestro organismo, la influencia del estado familiar en nuestra salud y la de nuestros hijos, etc. En fin quizás haya otra ocasión para seguir indagando. Gracias por vuestro tiempo.

TEXTOS: El Cuidado del Alma Infantil

El nacimiento / parto de Neith



Neith es mi cuarta hija, fruto del amor, la pasión y, por qué no, la alteración de conciencia que viví con Xian hace ahora un año.
Mis otros tres hijos, Alvaro, Lucía y Yeray de 8, 6 y 2 años y medio, respectivamente, nacieron en mi primer matrimonio.
Los mayores nacieron en el hospital de partos vaginales. El de Alvaro el más medicalizado y en el que más se intervino, además de todo el protocolo de rutina, se hicieron las maniobras de Kristeller y se usó la ventosa. Fue el más largo y doloroso tanto para él como par mi. El de Lucía, aunque menos instrumentalizado, también medicalizado (oxitocina, profilaxis, monitoreo,...) Yeray ya tuvo un parto natural en casa, fue bonito y respetado. Fue una fiesta rodeada de amigas y algún que otro rey mago. Lo que me llevo de él fue la conexión-fusión que mantuvimos tras su nacimiento. La hembra con su cría... olores a útero, a leche, lametones, fluidos, piel, desnudez, cueva, intimidad...todo un estado de éxtasis y enajenación que duró unos veinte días ¡maravilloso!

Bajo la impresionante salida de la luna llena de julio de 2007, sobre la colina, Xian me miró a los ojos y me dijo: “estás embarazada”. Lo supo cuando aún no había tenido ninguna falta. Algo en mí le debió creer o lo supo porque me enfadé enormemente por todo lo que ello significaba. Que aunque lo queríamos también acojonaba. Seguro que muchas mamás saben de esta contradicción. Esa noche desnudé mi tripa bajo ese cielo iluminado para que Neith se llevara su primer baño de luna llena.
El embarazo de Neith no fue de los más tranquilos. Físicamente fue como los demás, los vómitos del principio y el ahogo y dolor de espalda del final. Pero emocionalmente fue bastante duro por las circunstancias personales y familiares que me rodeaban.
Cumplía el 14 de marzo de 2008, o esa es la fecha que me dieron en las continuas revisiones, que una no sabe muy bien para que sirve si no es para ponerse de los nervios e impaciente por cada día que “te pasas” de la fecha. Sin contar que siempre se tiene una exraña sensación de que éste se adelantará a la fecha aunque ningún hijo se haya adelantado, (bueno Yeray si se adelantó pero por circunstancias que no narraré aquí).

Quiero recordar aquí que varios años antes, ya había tenido la visión de que tendría esta niña. Fue en un estado acrecentado de conciencia, donde éxtasis y visión se dieron juntas.

Neith nació a la 41 semanas y un día, el 22 de marzo, sábado santo, luna llena, a las 3’35 h de la madrugada. Así que es una guerrera Aries con ascendente Capricornio y luna en Libra.

La historia de su nacimiento comenzó, pues, el viernes 21. Seis y media de la mañana y un líquido bastante abundante me moja, chorreando braguitas, pijama y sábanas. ¡Ha roto la bolsa! Me digo y le digo a Xian. Contenta, emocionada por una mezcla de sensaciones, nos abrazamos y lloro ¡por fin una señal de que todo se desencadenará muy pronto!. Y así, a oscuras, permanecemos cogidos de la mano, a oscuras en la cama mientras se sucedía el amanecer del día 22, sin dolor pero con la expectativa de que ver a nuestra hija está muy cerca.

Al ratito se me ocurre mirar el líquido no vaya a ser oscuro. Efectivamente, no es oscuro pero es sangre. No es líquido de la bolsa, ni el tapón mucoso, demasiada sangre. Me extraña bastante, nunca antes me había pasado y aunque no me preocupo demasiado, sí me invade algún pensamiento de que quizás terminemos ingresadas en el hospital. Xian llama a Blanca, la matrona que atenderá el parto en casa, y le cuenta. Ella nos tranquiliza y nos dice que probablemente sea el trabajo del útero y que se pasará a vernos.

La mañana transcurre sin dolores, con alguna contracción pero nada dolorosas ni diferentes a las que llevo teniendo desde hace ya un par de meses.

Blanca nos propone que pasemos un día tranquilo así que pedimos a Nica que se lleve a los niños. ¡Vivió la experiencia de tener cuatro hijos!

El día transcurre en paz, a menudo Xian y yo nos miramos cómplices de lo que está por pasar, suena música tranquila y vamos ultimando los detalles, terminando el nido. Las frases de poder están en el rincón donde pretendemos tener a nuestra hija. El altar está preparado e invocamos a Tueris, la diosa egipcia protectora de los partos. Hay meditaciones por los pasillos de la casa para que todo el que llegue nos pueda acompañar con su energía. La música que me acompañará en el trance está preparada, también la primera música que escuchará Neith fuera de mi vientre: The Fosse de , las velas, el incienso, la piscina de agua tibia...

No hay dolores, sí contracciones aunque no son rítmicas. Nos hacemos una siesta tranquila, abrazados. Yo pienso en los niños, mucho tiempo fuera y esto no se desencadena, los echo de menos. Visualizo lo que quiero que me pase igual que lo hice a lo largo de los nueve meses. Salimos a pasear y hacemos alguna meditación, también como en otras ocasiones, del bonito libro “Kundalini Yoga en el embarazo”. Había estado leyendo mucho sobre el parto e historias preciosas sobre nacimiento salvaje y natural. Yo quería algo así para mi hija y para mi.

Y al caer la tarde/noche, Mónica trae a los niños, me alegro mucho de tenerlos en casa, ellos lo han pasado muy bien y se ve que Neith está esperando a nacer cuando estuviesen sus hermanos aquí. “Así que, hija, le digo, ya estamos todos, cuando quieras”.

Un ratito después, sobre las diez de la noche, llegó mi hermana con un amigo suyo. Aunque no lo tenían muy claro les pedí que se quedaran a dormir, si todo se desencadenaba esa noche me harían falta con los niños. Así que preparamos la torre para ellos y acostamos a los peques. Nica también decidió quedarse.

Llamamos a Blanca para contarle que las contracciones eran muchas, semi dolorosas, nada que no pudiera aguantar con sonrisas incluidas y nada rítmicas. Ella llegó sobre las 11’15 de la noche. Los niños ya dormidos. Mi hermana y su amigo en la torre y nosotros, Mónica, Blanca, Xian y yo en el salón, a media luz, esperando.

Recuerdo que Blanca leía un libro para ella sobre parto, en inglés, estaba embarazada. Y nica nos propuso leernos trozos de un libro de Lao Tse. Recuerdo el texto espeso, árido, no entendía nada y en ese ambiente solemne me moría interiormente de la risa ¡qué estamos haciendo! Les propuse sacar unas cartas del tarot para ver lo que le iba a acontecer a cada uno de nosotros esa noche. Me sentía divertida, tenía ganas de reír y, según Blanca, así el parto podía ir para largo. Así que dijo que se iba. Dio a Xian algunas recomendaciones y se fue. Eran las 12’15.

Xian envió a Nica a descansar, a la que también habíamos preparado una cama y a mi me envió al salón, a oscuras, bueno, a la luz de una vela. Refunfuñé un poco, ¿Por qué no podía parir entre risas? Me dejó sola porque el pequeño de mis hijos había empezado a llorar y se fue a tranquilizarlo. Recuerdo que antes de que bajara yo ya estaba a cuatro patas entre cojines ¡no me lo podía creer! En cinco minutos de recogimiento, cueva y soledad, las contracciones se volvieron potentes, muy potentes e intensas. Ya no había marcha atrás, sentí que el viaje había comenzado.

Mi cuerpo se balanceaba en las contracciones, empecé a gemir, ¡era duro! Mi hija también las sentía y se movía fieramente con cada una de ellas. Este baile era para las dos.

Xian volvió a llamar a Blanca sobre la 1’15, cuando ya no le quedó duda de que aquello ya iba en serio. De esa llamada yo ya no me di cuenta, ni de cuando vino, ni de cuando entró Mónica con la intención de grabar el viaje, cosa que no pudo darse debido a la poca luz.

Estaba ida pero me daba cuenta de que mis gritos estaban contenidos ¿porqué los retienes? –me dije-. Sabía , no de saber, sino de sentir, que mi garganta tenía conexión directa con mi cuello uterino y con mi vagina. Me di cuenta de que tenía miedo a la intensidad que me esperaba. ¡Que nada te turbe! –me dije. ¡grrriiiitttaaaaaaaa! Y así lo hice. Las siguientes contracciones fueron enormes, al igual que el grito animal que salía directamente desde el vientre, desde las entrañas, abriéndome en canal.

Empecé a llorar, era un llanto catártico, vi a mi madre pariéndome a mi y a mis hermanos... me empaticé con ella, le di las gracias por su esfuerzo, por su entrega, por regalarme la vida. Viajé por mis tres partos anteriores y lloraba como una niña pequeña, y pedía perdón. Perdón a Álvaro por no haberle sabido parir, por no haber exigido estar con él tras su nacimiento, por haberlo dejado solo, y porque a pesar de que han pasado 8 años y medio, aún se siente solo. Y sentí con aquellas contracciones que también era su parto y que ahora sí sabía hacerlo. Gritaba y lloraba enormemente todo mi sentimiento de culpa y pedí perdón a Lucía por no haberla mimado todo lo que merecía, por haberla metido en una guardería con cuatro meses hasta hoy que tiene seis años y medio, por haberla relegado siempre a un segundo plano para que su hermano no tuviera celos, por esa dermatitis expresión de la falta de abrazos, caricias y contención. Pedí perdón a Yeray por desaprovechar esa conexión que tuvimos tras su nacimiento y dedicarme al mundo en lugar de seguir oliéndole, cogiéndole, lamiéndole... dando lugar a que él decidiera no mamarme. Le pedí perdón por separarlo tan pronto de su padre. Lloraba y les pedía perdón a los tres mientras sentía que los paría a los cuatro.

Allí, en aquel momento, sanaba tres partos y sus vínculos y se producía el cuarto milagro con tanta intensidad que comencé a pedir a mi hija que me dejara descansar entre contracción y contracción. Pero Neith no me daba tregua y de pronto, en una contracción sentí que estaba a las puertas, nunca lo había sentido tan claro. Otras veces me lo habían dicho ¡venga, que ya está ahí!, pero en esta ocasión estaba sola y sola lo sentí. ¡por Dios, -me dije- que aún tengo las bragas puestas! Y grité que me las quitaran que ya estaba ahí. Ni un tacto, ni un escuchar el latido, ni una palabra... Mi matrona, Blanca, confió tanto como yo en que aquello era un milagro y que se daba solo.

Me quitaron las bragas, supongo que entre ella y Xian, y antes de la siguiente contracción Blanca abrió su boca para decirme si quería pasar a la piscina. ¿La piscina? ¡Entonces aún me queda –pensé yo- pero la siento ahí!

Fui a ponerme de pie y llegó LA CONTRACCIÓN y con ella la niña. Un pie en el suelo, otro en el sofá cama, los brazos al cuello de Xian , (siempre colocado donde yo lo necesitaba, sin palabras, sin miradas, la verdad, no sé como lo hizo) y un enorme grito de ¡AHÍ ESTÁ!. Neith salió de golpe junto con su bolsa amniótica que se rompió entre mis muslos produciendo un placer exquisito el baño de aguas limpias y calientes chorreando entre mis piernas. A la pequeña la salvó del suelo Blanca, que sabía lo que iba a ocurrir. Por ello estuvo las dos horas que duró el parto arrodillada a mis pies, haciéndome sentir grande y poderosa. Cogí a mi niñita de sus manos y me ayudaron a sentarme. Tal fuerza había cogido mis piernas que no conseguía doblarlas para sentarme ¡era increíble! Mi bebé, mi bebé, mi niñita, caliente, mojada, entre mis brazos, su cordón entre mis piernas... y enseguida vi, cual cachorro hambriento, como se agarraba a mi pecho derecho. ¡Cómo chupaba! Le di las gracias por no haberme hecho caso cada vez que le pedía una tregua, le di las gracias por empujar con tanta fuerza como lo hacía mi útero.

El milagro estaba allí, con 4 kilos 300 gramos, devorándome.

Cuando terminé de alumbrar una placenta enorme, que casi me pareció otro parto, y me cosieron un pequeño desgarro, bajaron mis otros pequeños a conocer a su hermana y a ver a su mamá con caritas de entender lo que estaba pasando y de querer quedarse a dormir con nosotras. Era una fiesta, era sagrado.


Me recosté con mi bebé que no se soltó de mi pecho en 24 horas. Embriagada por su olor a cachorro recién nacido, embriagada por su olor a mi misma, a mis entrañas, a mi útero, a mi sangre... nos quedamos dormidas.

Cierta parte del viaje concluía pero empezaba otro mucho más largo ¡ojalá sepa apreciar lo que vale a cada instante!

Agradezco a Xian su amor, su entrega, que estuviera tan pendiente de que las condiciones fueran optimas para que se diera el parto/nacimiento que se dio. Y le agradezco ahora que Neith tiene 10 meses que me haya ayudado tanto con la lactancia. Aunque a veces haya sido muy duro tanto para él como para mi, ahora Neith sigue tomando leche materna de manera exclusiva. Era una asignatura pendiente que ahora siento superada, de lo que me siento orgullosa y lo que le debo a él, por sus cuidados, su sostén, su insistencia, y por que no, su testarudez.

GRACIAS AL MILAGRO DE LA VIDA QUE UNA VEZ MÁS SE SUCEDIÓ EN MI
Mª José Mochón
Nota: Si quieres que cuelgue tu historia de parto no dudes en enviarmela a dara_munay@hotmail.com

martes, 20 de enero de 2009

Talleres de preparación al parto


PREPARANDO EL EMBARAZO, DISFRUTANDO EL PARTO
Todo requiere su preparación, su entrenamiento. De hecho para que un atleta consiga con éxito su meta entrena, entrena duro; para que un estudiante apruebe su oposición, estudia, recibe clases particulares, se busca un preparador; para estar en forma vamos a un gimnasio… todo reto requiere un entrenamiento previo.
El parto es el mayor reto físico y emocional con que se va a encontrar una mujer a lo largo de su vida. El trabajo que va a soportar tu útero en el momento del nacimiento de tu bebé no tiene comparación alguna con el trabajo que realizan los músculos de cualquier atleta, el que realizará tu útero es muchísimo más intenso.
Por otro lado, no hay momento en la vida de una mujer que deje el alma tan expuesta, tan al descubierto como en el del nacimiento de su hijo. Nada volverá a ser igual después. ¿no te vas a preparar?
Te propongo que prepares tu cuerpo y tu espíritu para recibir a tu bebé de la forma más placentera y amorosa.
Disfruta, para ello, durante nueve sábados intensivos del encuentro con otras mamás como tu.
El yoga, la danza, las charlas y otras dinámicas de preparación psicológica te ayudarán a la hora de parir a tu bebé.

Los talleres serán prácticos, amenos y divertidos. Desterraremos ese halo de seriedad y miedo que parece que envuelve al parto. El nacimiento de tu hijo/a es un momento de poder, sagrado, dichoso y feliz, en el embarazo nos preparamos para recibirlo de la mejor manera.

Nueve jornadas dedicadas exclusivamente a ti y a tu bebé por nacer para llegar al parto física y emocionalmente preparada.

Taller I. Recobra tu linaje femenino, el poder de tus ancestros. Sana viejas heridas. Recuerda tu nacimiento.

Taller II. Honra tu condición de mujer. El embarazo como momento sagrado. Supera el miedo. El abismo emocional.

Taller III. Reencuentra tu mujer salvaje, sabia y mamífera. Desarrollo sensorial del feto. Influencia de tus pensamientos e imágenes en tu bebé por nacer. Tu bebé y el derecho a la verdad.

Taller IV. En tu útero escribes el futuro de tu hijo. Afirmaciones para el embarazo. La función de la alegría en el embarazo. Abre tu corazón.

Taller V. ¿Cómo paren las mamíferas? El parto como acontecimiento sexual. El parto según un bebé. Redefine tu idea del dolor.

Taller VI. Parto medicalizado/parto respetado. Protocolos innecesarios y perjudiciales. Mejora tu respitación. Erradica la duda.

Taller VII. Los planes de parto. Diferentes posiciones para un parto/nacimiento sin violencia. La doula. Afirmaciones para el embarazo. Confía y suéltate.

Taller VIII. La hora siguiente al nacimiento. Dar la bienvenida a la vida. La conexión con el instinto. Amamantar: una forma de amar. Depresión postparto.

Taller IX. La maternidad como crisis vital: el puerperio. Conecta con el bebé. A la espera del parto. El concepto del continuum. La pérdida de contención. Afirmaciones para el parto.

Ofrecidos por: Mª José Mochón. Psicóloga, especialista en maternidad. José Miguel Gisbert. Profesor de Yoga.

Si estás interesada en el algún taller ponte en contacto con nosotros mediante el e-mail. Y si en tu localidad hay un grupo de embarazadas dispuestas a preparar el embarazo y el parto de una manera diferente, respetado y desde lo más amoroso de tus entrañas, donde la protagonista seas tu y tu bebé, NOS TRASLADAMOS A TU LOCALIDAD. Escríbenos.

dara_munay@hotmail.com




Crecer con los hijos

El interior de los niños encierra la sabiduría que moldeará los tiempos venideros. No hemos de confundir la falta de conocimientos infantil con la ignorancia, pues aquella permitirá que éstos imaginen todo lo que los adultos no han acertado a concebir y creen lo que los mayores siempre reputaron imposible. Debido a su misma ignorancia, el niño se extraña, se interesa, y anda detrás de todo lo que ya no causa sorpresa en el adulto. Haruchika Noguchi
CRECER CON LOS HIJOS

Una de las tareas mas apasionantes de esta vida es la crianza y formación de nuestros hijos e hijas. Son nuestro legado. Personifican en toda su amplitud “la posibilidad de”, mientras que nosotros como adultos que somos, queramos o no reconocerlo, representamos como mucho la media posibilidad. Ellos están de subida y nosotros de bajada. El futuro con todo lo que esto lleva implícito, es de los niños y niñas.
Por todo ello resulta triste, cuando no indignante, que la crianza sea el patito feo de nuestras tareas, que los guardemos-dejemos en espacios masificados, que los instruyamos pero no los eduquemos, que entendamos más de fútbol y de coches que de los hijos, más de técnicas de respiración que de criarlos. Nuestros hijos e hijas son nuestra asignatura pendiente, la verdadera oportunidad para crecer. Abogo pues, por una crianza gozosa, interesante, llena de emoción y de sorpresas.
Dicho esto, pongámonos en marcha, comencemos a hacernos las preguntas que guiarán nuestra intuición: ¿de qué modo realizar esta travesía que llamamos crianza para llegar a buen puerto? ¿cómo poner todos los recursos de nuestra inteligencia: capacidad de persuasión, espera, ternura, reflexión, juego, resistencia, etc., para llegar frescos al final del trayecto? ¿quiénes son nuestros hijos e hijas? ¿cómo podemos incrementar la comunicación con ellos?
Bien, querido lector o lectora, una vez que sabes de qué va el artículo, comienzo pues.
De todo, menos indiferencia
Los hijos pueden enfadarnos, cansarnos, hacer que se nos caiga la baba, aflorar la ternura que ya considerábamos enterrada en algún lugar recóndito de nuestro corazón, o también asustarnos de cuánta irritación son capaces de descubrir en nosotros. Pueden hacer que se acorte la respiración del maestro Zen, o que se enerve el yogui. En fin, de todo pueden hacernos sentir. De todo menos indiferencia.
Los infantes están llenos de ki, de energía fresca, son la medida más palpable y fiable de cuán cerca o lejos estamos los adultos de una vida intensa. Ellos, precisamente por su ingenuidad, son capaces de descubrir que somos gigantes con pies de barro. Suelo decir en mis cursos para padres y madres, que formar a adultos es, en comparación con la crianza, algo fácil y menos intenso, pues los alumnos y el profesor o maestro han pactado tácitamente unos esquemas que rara vez se cambian. Los niños no entienden de esquemas, todavía no. En cierta ocasión un maestro de una práctica oriental me dijo que el único que le había hecho dar un paso más en su búsqueda personal, después de veinte años de práctica, había sido su hijo. Las expresiones de los niños están llenas de intensidad, o la sabemos vivir y encauzarla o no, pues no hay esquemas tácitos que mediatizan la vivencia. “Yo estaba instalado -me decía este maestro-, en mi rol, yo era el maestro y todos los demás los alumnos, después de años sabía estar y deduzco que no lo hacía mal, creo que he ayudado a mucha gente en su búsqueda personal, pero esto, en el fondo, es una actividad cómoda comparada con la crianza, pues casi ningún alumno cuestiona seriamente a quien considera su maestro, precisamente porque éste simboliza, acertadamente o no, su oportunidad para salir de la situación en la que está. Esto que afirmo no es extraño, sucede en cualquier relación humana: con la pareja, entre el psicoterapéuta y el paciente, con los amigos, etc. Sin embargo mi hijo con su inocencia, desparpajo, salidas de tono, etc. me mostraba cuan vulnerable era mi capacidad de percibir el ki, y te confieso que después me sentía avergonzado ante mis alumnos cuando les hablada de la energía vital. A veces, una tarde-noche con mi hijo era más intensa que 15 de días a 12 horas diarias de retiro y meditación con mi maestro”. Desde luego esta persona supo dar vida a su paternidad, supo encontrar un sitio -su sitio- ante aquella presión y no eludir su deseo de cuidar. Conozco a otros que optaron por ignorar a sus hijos y seguir siendo únicamente maestros.
Sin embargo, ésta es sólo una cara de la moneda, pues ser padres no significa que ya no somos quienes éramos. ¿Acaso tenemos que abandonar todos nuestros deseos al tener un hijo? ¿qué hacemos con nuestra necesidad de realizarnos en el trabajo, con nuestros amigos, con nuestra pareja etc.? Es evidente que todo este mundo íntimo hay que seguir teniéndolo en cuenta, no se trata de olvidarlo o anularlo, sino de resituarlo junto con la nueva vida que comenzamos, de poner a la crianza junto con las otras inquietudes que ya teníamos y cultivarlas, dentro de lo posible, sin excluir a ninguna. Desde luego algún precio habremos de pagar, pero acaso... ¿no pasa esto con todo? Si tenemos pareja nos faltan las ventajas del soltero, si lo que queremos es trabajar, dejaremos de tener todas las ventajas del estudiante, etc. Lo que creo que es un error es hacer de los hijos una carga, que sean el punto por donde se parte la cuerda. Es necesario pues aprender, porque la misma intensidad de la crianza hace que no podamos seguir siendo los mismos, y precisamente por ello, porque nos impide seguir sin mejorar, es por lo que hay que tomar el toro por los cuernos.
Los padres se sienten perdidos
La mayoría de padres y madres se sienten perdidos a la hora de encarar la crianza, pues la cultura que hemos creado no considera la formación de los progenitores como algo imprescindible. Nuestros padres no nos enseñaron a ser eso, padres o madres, y tampoco hay escuelas para aprender a hacer interesante la crianza, (éste es uno de mis proyectos). Hemos creado una cultura basada en promover la intervención paliativa: se apoya el parto en los hospitales, el frío biberón en lugar de la cálida teta, a los pediatras, psicólogos, etc., en lugar de una formación y cultura que nos ayude a saborear y realizar la crianza.
Por ello, es en parte comprensible que con estas condiciones muchos padres y madres se sientan perdidos, deduzcan que sus hijos son un rollo y no degusten el mundo que traen consigo. Sin embargo, una vez que se toma la determinación de criarlos, lo difícil se vuelve interesante, el miedo ante una duda se convierte en un aliado que incrementa nuestra sensibilidad, una enfermedad es una oportunidad para profundizar en nuestro acercamiento y entrega. Sus juegos son una invitación a vivir la ternura, sus extralimitaciones una ocasión para aprender la importancia de enfadarse. Se trata pues, de tomar las riendas.
La Observación, la Reflexión, la Intervención:los tres pilares de la crianza
Todo padre o madre no puede seguir siendo el mismo, los esquemas de adulto no sirven para tratar con el mundo de los niños, pues ellos no hablan el mismo lenguaje. Han de cultivar y solidificar los que, a mi modo de ver, son los tres pilares que sostienen la crianza: Observación, Reflexión, Intervención. Estos tres recursos de nuestra inteligencia creadora son imprescindibles no sólo para la crianza, sino para cualquier actividad humana. Un buen padre o una buena madre ha de aprender a observar, es decir a distinguir lo esencial de todo aquello que percibe. También a reflexionar, pensar y reconsiderar los conceptos desde los cuales vemos la vida. Y por último aprender a intervenir, para que el niño en lugar de obedecer, descubra cuáles son sus deseos y cómo llevarlos a cabo.
Cuidar la atmósfera y nuestras expresiones
Llamo atmósfera a un ambiente cotidiano que contenga la posibilidad de que el niño pueda encontrar un espacio para comprender una determinada experiencia. No propugno pues un ambiente costoso, ideal o falto de problemas. La atmósfera que rodea al niño sotiene su crianza, es su cimiento. Debido a que sus “sensores” todavía no están formados, los infantes no saben discriminar determinados estímulos, y por ello todo lo indirecto le entra con más facilidad.Hemos de estar, por tanto, atentos a los ejemplos que les damos, a nuestras actitudes, comportamientos con nuestra pareja, con los amigos, etc.
¿Son los niños adultos en pequeño?
Uno de los errores más frecuentes en la crianza es tratar a los niños como si no fueran eso, niños. Así, con toda nuestra buena intención, podemos robarles su infancia permitiendo que entren en el mundo de los adultos cuando todavía no lo son. Por ejemplo cuando se les permite estar presentes en las discusiones con nuestra pareja o con algún amigo, cuando vemos películas que pueden confundirle, o hablando delante de ellos de temas que son susceptibles de ser malinterpretados. La razones que se aducen para mantener esta actitud no tienen ninguna consistencia, son proyecciones de nuestra propia inseguridad. Por ejemplo se aduce que es para que no se sientan marginados. Un niño no se siente marginado por ser niño, es más, al apoyar su niñez impidiendo que entre en el mundo de los adultos, ritualizamos su crecimiento y por lo tanto su capacidad de aprender a responsabilizarse y cuidar de los demás. Así llegado el momento oportuno, podemos decirle: “hoy puedes estar delante, pues ya te estás haciendo una mujer/un hombre” . Parece evidente que del mismo modo que un niño de tres años no puede asir o lanzar una pelota con soltura, debido a la falta de desarrollo en su aparato locomotor, tampoco puede asimilar estímulos psíquicos que requieren una estructura conveniente. Hemos de tener cuidado con nuestras buenas intenciones, pues podemos ocasionarles mucho daño inmediato o a largo plazo, al hacerles precózmente viejos.
El arte de persuadir
En otros momentos, igualmente con la mejor intención, queremos que comprendan algo y lo único que hacemos es calentarles la cabeza. Estos días presencié la siguiente escena: una madre le decía a su hijo de unos cinco años que no comiera más helado, pero el niño insistía, la madre tratando de que lo entendiera sin tener que reprimirlo, sólo se le ocurrió explicarle que: “los helados tienen unos bichitos que cuando llegan a la barriga se hacen grandes y entonces se te hincha, se te hincha y... fíjate lo que te puede pasar”. El niño, con los ojos de par en par, espantado seguramente por la imagen de su barriga llena de bichos, tragó saliva, mientras miraba intermitentemente a su madre y al helado, sintiendo probablemente que se le estaban helando las entrañas.
Reivindico pues persuadir en lugar de convencer o imponer. La persuasión no implica lucha, sino comunicación con la otra persona de tal modo, que ésta se ponga en movimiento por sí misma.
En fin, por todo lo que hemos visto parece claro que nuestros hijos reflejan cuán poco nos conocemos. Por ello, ante las OPCIONES de vivir la crianza como si fuera un lastre, o de vivirla a medias, simplemente cumpliendo, parece más inteligente, aunque a veces sea más incómodo, tomarla como una oportunidad para mejorar, para descubrirnos y posibilitar que nuestro hijo saque lo mejor de sí.
Si tomamos esta última opción hemos estar atentos a no reproducir los cuestionables esquemas que nos aplicaron nuestros padres, o por el contrario, a no reaccionar yéndonos al lado opuesto, es decir a comportarnos con nuestros hijos consintiéndoles todo, incapaces de decirles basta, etc. De vez en cuando estaría bien recordar que Educar no es guiar a los hijos según como sople el viento, el universo o lo que sea, es acompañarlos y orientarlos en su crecimiento para que descubran sus limitaciones y potencialidades, para que sepan vivir sus fracasos y aciertos, para que llegados a adultos su corazón siga latiendo con ilusión, para que puedan ver -como dice J. A. Marina- una salida donde todos los indicios muestran que no la hay. Y esta tarea, no sólo nos toca cumplirla como padres que somos, sino, además, hacerla interesante y llena vida.
Quedan en el tintero, (en la actualidad en lugar del tintero, habría que decir en el ordenador), otros temas apasionantes como son la vivencia de la enfermedad y la salud, el regaño y el elogio, los celos en la pareja o con los otros hijos, las mentiras, la rebeldía, los juegos, la imaginación, etc. etc., pero démonos tiempo.

lunes, 19 de enero de 2009

Amamantar mas de un año

LACTANCIA MAS ALLA DEL AÑO
http://www.llli.org/Lang/Espanol/NBJulAug90.html

(Nursing Beyond One Year)
Sally KneidelNew Beginnings, Vol. 6, No. 4, julio-agosto 1990, págs. 99-103

Oí por casualidad una conversación en la biblioteca el otro día entre dos madres con niños pequeños. Una preguntó: "¿Sigues amamantando a Ryan?". La otra respondió: "No, el pediatra me dijo que lo destetara a los doce meses y así lo hice. Casi se me parte el corazón".
Recordé haber recibido el mismo consejo de mi pediatra cuando mi primer hijo cumplió el año. Cuando le pregunté la razón de su consejo, me respondió: "Para que aprenda a ser independiente". Pude hacer caso omiso de este consejo porque mi mejor amiga todavía le daba el pecho a su niño de dos años, con ternura y afecto y aparentemente sin ningún efecto adverso. Aun así no todos tenemos un modelo alternativo cuando se nos aconseja que es hora de destetar. Me entristece ver a tantas madres abandonar la lactancia a causa de consejos arbitrarios antes de que ellas o sus bebés estén preparados.
¿Por qué tantos médicos recomiendan el destete al año? Hace poco una mujer escribió a la sección de preguntas y respuestas de una famosa revista para preguntar cuándo debía destetar a su hijo. La respuesta, de un pediatra, refleja un concepto erróneo. El doctor le contestó: "Quítele el pecho al año, ya que para entonces el niño podrá tomar leche de vaca". Sin embargo, se amamanta a los niños por más razones, no sólo por nutrición, y las madres tampoco ofrecen el pecho a sus bebés sólo por obligación, sino porque encuentran una satisfacción profunda en ello.
Para muchas madres la pregunta no es cuánto tiempo amamantar para la salud de su hijo, sino más bien si hay alguna edad en que amamantar pueda ser dañino de alguna forma. Si no la hay, ¿por qué no dejar que la madre decida esta cuestión? ¿Hay alguna prueba que recomiende el destete al año?
Lo que muestran los estudios
Los estudios demuestran que hay beneficios para los niños que maman más de un año. Uno de ellos es la nutrición. Las investigaciones confirman que la leche materna que se produce en el segundo año es muy similar a la del primer año (Victora 1984). Aun después de dos años o más, la leche materna continúa siendo una fuente valiosa de proteínas, grasas, calcio y vitaminas (Jelliffe y Jellfife 1978).
Un segundo beneficio es la inmunidad frente a las enfermedades. Conforme el niño crece, al mamar menos a menudo los agentes inmunizantes de la leche materna se concentran, así que los niños mayores siguen recibiendo estos agentes (Goldman et al. 1983). En Bangladesh se llevó a cabo un estudio que demuestra contundentemente el efecto de estos agentes. En este contexto de gran pobreza se demostró que los niños destetados entre los 18 y los 36 meses de edad doblaban su riesgo de muerte (Brien et al. 1983). Este efecto se atribuyó principalmente a los factores inmunizadores de la leche materna, aunque la nutrición también pudo tener un papel importante. Está claro que en los países desarrollados el destete no es una cuestión de vida o muerte, pero continuar la lactancia puede significar visitar menos al médico.
Un tercer beneficio es el de evitar las alergias. Hay mucha documentación que demuestra que, cuanto más tarde se introduzca la leche de vaca y otros agentes alérgenos en la dieta del niño, menor será la posibilidad de reacciones alérgicas (Savilahti 1987).
Consideraciones psicológicas
Las madres que han amamantado a niños mayores conocen la ternura y los lazos que se crean cuando se amamanta a un pequeño que tiene edad suficiente para hablar de ello. No hacen falta estudios médicos para saber que es una experiencia satisfactoria para madre e hijo. Pero ¿;hay documentación o publicaciones sobre estos beneficios?
Un artículo escrito por una psiquiatra (Waletzky 1979) recomienda el destete natural. Habla del destete forzado como algo emocionalmente traumático para el niño y concluye que la mayor parte de las recomendaciones médicas en cuanto al destete se basan "en prejuicios y sentimientos personales, no en documentación médica". En sus propias palabras: "Quitarle a un niño repentina y prematuramente la experiencia emocional más satisfactoria que haya conocido (...) conduce a una angustia significativa tanto inmediatamente como a largo plazo (...). Tal método considera la lactancia sólo como fuente de leche y no comprende su significado como medio de consuelo, placer y comunicación para la madre y el hijo". Muy bien dicho. No obstante, el artículo de Walezky se basa en la experiencia de su consulta psiquiátrica, no en investigaciones científicas.
Son escasos los trabajos científicos sobre los aspectos psicológicos de la lactancia. Un estudio dirigido específicamente a niños amamantados más de un año mostró la importante relación entre la duración de la lactancia y la opinión de madres y maestros a la hora de evaluar el ajuste social de niños entre seis y ocho años (Ferguson et al. 1987). En palabras de los investigadores: "Hay tendencias estadísticamente significativas que apuntan a que los desórdenes de conducta disminuyen con una mayor duración de la lactancia". Los autores se mostraron cautos en su interpretación de los resultados y adujeron que no habían controlado las diferencias de interacción madre/hijo entre los grupos de lactancia y los de alimentación artificial que explicaran las diferencias de ajuste social observadas posteriormente. Pero en realidad es irrelevante si el mejor comportamiento de un niño crecido se debió a la lactancia por sí sola o al comportamiento típico de madres !!dispuestas a amamantar a sus hijos durante un año o más. Lo importante es el resultado: los niños amamantados por más tiempo fueron los que demostraron un ajuste social más fuerte y sólido cuando lo evaluó su madre, no la maestra (aunque para ambos grupos la asociación fue significativa), de lo que se deduce que posiblemente las madres que amamantan más tiempo tienden a ver a sus hijos con una luz más positiva que las madres que no lo hacen.
Supongo que la mayoría de nosotras estamos de acuerdo en que la lactancia nos ayuda a responder a nuestros hijos de forma positiva. Nos ayuda a sentir más unión y cariño, lo cual puede ser de gran ayuda para hacer frente a las demandas irracionales y la agitación emocional del niño entre el año y los 36 meses. Al margen de lo tensa que esté cuando me siento a amamantar a mi hijo menor, invariablemente los dos acabamos sintiéndonos relajados y contentos.
Actitudes Culturales
¿Acaso los médicos basan sus consejos sobre el destete en resultados de investigaciones médicas? Aparentemente no, porque nada indica que amamantar más de un año tenga efectos negativos y existen bastantes pruebas de las ventajas de hacerlo. Entonces ¿en qué se basa el frecuente consejo de "destetar al año"?
Probablemente existen varios factores. Uno puede ser tan sólo la expectativa cultural y, como afirma la Dra. Waletzky, los "prejuicios personales". Los médicos están tan sometidos a las tendencias culturales como los demás. Y hoy en día los consejos que reciben los padres muestran una clara tendencia: el desarrollo precoz y la independencia temprana del niño, una tendencia que enfatiza el destete temprano. Lo irónico, en opinión de la Dra. Waletzky y de muchos otros, es que el destete temprano forzoso puede alterar el desarrollo emocional y aumentar la necesidad de dependencia.
Otra influencia en la actitud ante el destete puede residir en el ritmo acelerado de nuestra sociedad. La lactancia sin restricciones parece incompatible con el estilo de vida moderno. Muchos artículos sobre el destete dan por sentado implícitamente que las madres desean dejar de amamantar en cuanto pueden si ello no perjudica la nutrición de sus hijos.
Otro factor podría ser que los médicos, también como los demás, están influidos por prejuicios basados en la fascinación de nuestra cultura hacia los senos como un objeto de estimulación sexual. Al niño que tiene suficiente edad para hablar se le considera demasiado mayor para encontrar consuelo físico en el pecho de su madre.
Y un último factor sería sencillamente que en nuestra cultura no es habitual que la mujer amamante más de un año, por lo que la mayoría de la gente supone que la madre desea destetar al bebé al año.
CONCEPTOS MÉDICOS ERRÓNEOS
Algunos médicos opinan que la lactancia interfiere con el apetito del niño por otros alimentos. Sin embargo, no hay documentación que señale que los niños amamantados rechacen los alimentos complementarios con más frecuencia que los niños alimentados artificialmente. De hecho, la mayoría de las investigaciones realizadas en países del Tercer Mundo, donde el apetito de un niño desnutrido puede ser de importancia vital, recomiendan la continuación de la lactancia aun en casos de desnutrición grave (Briend et al. 1988; Rhode 1988; Shattock y Stephen 1975; Whitehead 1985). La mayoría sugiere ayudar al niño desnutrido complementando la dieta de la madre para aumentar la calidad nutritiva de su leche, no con el destete (Ahn y MacLean 1980; Jelliffe y Jelliffe 1978), y ofreciendo al niño una dieta más variada e interesante para mejorar su apetito (Rhode 1988; Underwood 1985).
Cómo Hablar con el Médico
Ya que quizá algunos médicos creen que para las madres la lactancia es una lata en vez de un placer, es especialmente importante que la madre informe al médico de que desea continuar amamantando. A menos que ella diga lo contrario, el médico puede suponer que las únicas razones de la madre son la nutrición del niño y su propia comodidad.
Expresar un punto de vista con seguridad es probablemente la mejor manera de influir en un médico de forma positiva. Por ejemplo, es posible decir: "Mi hija y yo estamos muy contentas con nuestra relación de lactancia. Parece tener ventajas para ella. Es una niña feliz y está creciendo muy bien". Comparemos estas frases con un estilo menos seguro: "No estoy segura de si debo destetar a mi hija. La lactancia no parece perjudicarle. ¿Será bueno continuar?" ¿Qué planteamiento recibirá una respuesta más positiva para prolongar la lactancia?
No todos los médicos recomiendan el destete al año. Los que sí lo hacen podrían aprender si las madres les comunican su entusiasmo por el destete natural. Muchas de nosotras nos quedamos calladas en la consulta del médico para evitar consejos de lactancia que no queremos oír, pero si habláramos más de lo mucho que disfrutamos la lactancia de nuestros hijos mayores, tal vez cambiarían algunas actitudes de la comunidad médica. Hace falta confianza y seguridad para expresar una opinión, pero, sabiendo que las investigaciones científicas apoyan el destete natural, tuve la certeza de que se trata de algo sano tanto médica como emocionalmente.
Traduccion por Pilar García-Romeu.

La ley del miedo usada para someter

Me entristece la docilidad de las mujeres frente a un sistema médico que no le permite ejercer unos derechos fundamentales como ser tratada como una persona adulta y responsable de sus decisiones, como su derecho a la intimidad, a adoptar la postura que deseen, su derecha a que se les consulte sobre las prácticas que se le pretenden hacer y se les informe de sus contraindicaciones, consecuencias y alternativas.
Hay muchas maneras de conseguir que una persona se someta, en el ámbito de la obstetricia, a las mujeres se las somete con un método muy efectivo, el miedo. Una mujer convencida de que el parto es un acontecimiento peligroso y arriesgado hará lo que sea para que la salven lo más rápido posible y encima dará las gracias. En el transcurso de un parto la forma más efectiva de someter a una mujer es decirle que la vida de su hijo corre peligro. Incluso si el posible riesgo para su bebé haya sido causado por la forma de atender el parto, la mujer consentirá que se le haga cualquier cosa por ver a su bebé sano y salvo.
Y doy fe de que se le hacen cosas....
Lo que a casi nadie le interesa contar es que el parto intervenido (posición tumbada, monitorizada, con oxitocina sintética, epidural, rotura de bolsa, y un largo etcétera). es más arriesgado y peligroso para la vida del bebé y de la madre que el parto en el que se respeta el proceso natural sin ninguna intervención. Será por ello que todos tenemos miedo.
Una mujer pariendo es Naturaleza en acción. En nuestra cultura, el hombre siempre ha buscado dominar la naturaleza y someterla a través de la mujer en su momento más poderoso es una gran tentación. La violencia de muchas prácticas rutinarias en el paritorio y la obsesión de la ciencia por robarle la reproducción a la mujer (sirvan como ejemplos el parto medicalizado, la reproducción asistida, el útero artificial, las leches maternizadas para sustituir el pecho materno, la incubadora...) da mucho que pensar en cuanto al papel subordinado al que se relega a la mujer, dominada y sometida por el hombre.
Las actitudes poco respetuosas, autoritarias y humillantes de ciertos profesionales pasan desapercibidas y ni siquiera se detectan como lo que son: una forma de maltrato. Hablar de partos en nuestra sociedad es hablar de maltrato a la mujer y de falta de respeto.
Nos han convencido de que la mujer no tiene nada que temer si acepta no parir a su bebé, sino permitir dócilmente que se lo extraigan. Hemos cedido nuestro poder natural olvidando que el útero que sabe gestar es un útero que sabe parir.
Nada justifica la historia de violencia que se sufre en cada parto, nada, ni siquiera salir con tu bebé en brazos. Quizás haya llegado ya el momento de cambiar las cosas y volver a tomar posesión de nuestro poder interno, de nuestra sabiduría femenina, dejar de ser dóciles y sumisas y recuperar a la “mujer salvaje” que es aquella que, como mamífera, cuando ha de proteger su vida física y emocional y la de su cría sabe dejar de ser amable y trazar una línea de no intromisión dejando fuera al depredador.
¡No a la cultura del miedo, a la que estamos tan acostumbradas; Si a la cultura del respeto y la dignidad!


Mª José Mochón

El poder formador de la madre

CITAS RESPECTO AL TEMA DEL MAESTRO OMRRAM MIKHAËL AÏVANHOV

El poder formador de la madre.

Sé que desde hace algún tiempo se han realizado gran número de estudios sobre la vida del feto y su receptividad a las influencias externas, es decir tanto a los estados emocionales que atraviesa la madre como a los acontecimientos que se producen a su alrededor.
Pero hay un aspecto del asunto que ha escapado a los investigadores, y es la importancia de la materia que aporta la madre para la formación del niño, ya que, durante nueve meses, se formará con la ayuda de los elementos que la madre le da.
Claro está, lo que la madre oye o ve a su alrededor durante la gestación se refleja en el niño, pero sólo son huellas superficiales; la constitución, el temperamento del niño dependen de la calidad de la materia que ella le dé, y la calidad de esta materia depende de su forma de vivir. Si la materia es de oro –simbólicamente hablando – el niño será sano y fuerte tanto física como psíquicamente, pero si la materia es de plomo, será enfermizo, vulnerable.

La importancia de los pensamientos y de los sentimientos en la mujer embarazada

La mayoría de las mujeres no sospechan la influencia que tiene su forma de vivir en el niño que llevan dentro. Se imaginan que su hijo tiene una existencia absolutamente independiente de ella, que son libres para hacer lo que les plazca, para tener cualquier pensamiento o emoción sin que eso afecte al bebé. Pues bien, ahí es donde se equivocan. La vida psíquica de la madre influencia enormemente al hijo, incluso en el plano físico. En la novela «Las afinidades electivas», Goethe cuenta la historia de una mujer que, mientras esperaba un hijo de su marido, no dejó de pensar en otro hombre a quien amaba: la niña que nació tenía los mismos ojos que este hombre. ¡Tan grande es el poder del pensamiento y del sentimiento en la mujer embarazada! Entonces, ¿por qué las mujeres no se deciden a hacer un trabajo benéfico sobre el hijo que llevan?

Prepararse para ser padres

La verdadera educación del niño empieza antes de su nacimiento, y comienza con la educación de los padres, quienes deben preparase interiormente con mucha antelación mediante una mejor comprensión del amor, para atraer a su familia un espíritu excepcional. Se esfuerzan en concebir este hijo en la mayor luz y pureza, y una vez concebido, la madre, consciente de los poderes que le ha dado la naturaleza, trabajará para dar a este espíritu un cuerpo físico y cuerpos psíquicos hechos con los mejores materiales. Si millares, millones de padres en el mundo decidieran hacer este trabajo, la humanidad se transformaría realmente en tres o cuatro generaciones.

viernes, 16 de enero de 2009

Nosotros, los depredadores de la cría humana

Las lobas, las perras, las gatas, las vacas, las focas, las elefantas, las leonas, las gorilas, las ovejas, las ballenas, las yeguas, las monas, las jirafas, las zorras y las humanas tenemos algo en común: el instinto de proteger nuestra cría.

Sin embargo somos especialmente sensibles si algo se interpone entre nosotras y nuestros cachorros después del parto: por ejemplo, si alguien toca a uno de ellos impregnándolos de un olor ajeno, perdemos el olfato que los hace absolutamente reconocibles como propios. Si permanecen alejados del cuerpo materno, vamos perdiendo la urgente necesidad de cobijarlos.

Cada especie de mamíferos tiene un tiempo diferente de evolución hacia la autonomía. En reglas generales, podemos hablar de autonomía cuando la criatura está en condiciones de procurarse alimento por sus propios medios y cuando puede sobrevivir prodigándose cuidados a sí mismo sin depender de la madre. En muchos casos va a necesitar de la manada como ámbito de vida, y es la manada que va a funcionar también como protectora contra los depredadores de otras especies o de la propia.

Entre los humanos del mundo “civilizado”, pasa algo raro: Las hembras humanas no desarrollamos nuestro instinto materno de cuidado y protección, porque una vez producido el parto, tenemos prohibido oler a nuestros hijos, que son rápidamente bañados, cepillados y perfumados antes de que nos los devuelvan a nuestros brazos. Perdemos un sutil eslabón del apego con nuestros cachorros. Luego raramente estaremos bien acompañadas para que afloren nuestros instintos más arcaicos, difícilmente lograremos amamantarlos, -cosa que todas las demás mamíferas logran siempre y cuando no hayan parido en cautiverio-, muy pocas veces permaneceremos desnudas para reconocernos, y seguiremos reglas fijas ya sean filosóficas, culturales, religiosas o morales que terminarán por enterrar todo vestigio de humanidad. Si es que a esta altura podemos llamarla como tal.

El niño sobrevivirá. Cumplirá un año, dos, o tres. Seguiremos nuestras reglas en lugar de seguir nuestros instintos. Estimularemos a los niños para que se conviertan velozmente en personas autónomas. Los abandonaremos muchas horas por día. Los castigaremos. Nos enfadaremos. Visitaremos especialistas para quejarnos sobre cómo nos han defraudado estos niños que no son tan buenos como esperabamos.
A esa altura sentimos que estos niños no nos pertenecen. Esperamos que se arreglen solos, que duerman solos, que coman solos, que jueguen solos, que controlen sus esfínteres, que crezcan solos y que no molesten. Hemos dejado de “oler” eso que les sucede. No hemos aprendido el idioma de los bebés, no sabemos interpretar ni traducir lo que les pasa. Cuando estamos ausentes, o incluso cuando estamos cerca -con tal de estar tranquilos- los dejamos completamente expuestos. Entonces puede aparecer el más feroz de los lobos feroces. Ya que en realidad somos nosotros, sus más temibles depredadores.

Laura Gutman

El obstetra Victor Ibarguren habla de cómo humanizar los nacimientos

“EL PARTO ES UN FENOMENO INSTINTIVO QUE HAY QUE PERTURBAR LO MENOS POSIBLE”

El médico critica el modo en que se produce la mayoría de los nacimientos. En la filosofía del parto respetado-que defiende-la mujer tiene voz y voto, elige la posición más cómoda, busca la intimidad y hasta opta por parir en su propia cama, tal como hacían nuestras abuelas.

por Paola Galano
paolagalano@lacapitalmdq.com.ar


Las normas dicen que la mujer embarazada a punto de parir debe estar sujeta a una cama, atada a un suero, semi sentada y con anestesia. Si el trabajo de parto se extiende en el tiempo, muchos profesionales no dudarán en aplicarle de modo artificial la hormona de la oxitocina, con el fin de que las contracciones se aceleren y para en veinte minutos. Si el canal de parto es estrecho, tampoco dudará en realizar “la práctica quirúrgica más diseminada en el mundo”: la episiotomía. Es decir, hundir el bisturí en la vagina de la futura madre para ampliar el espacio y “ayudar” al bebé por nacer. Las cesáreas se programan con anticipación para evitar que los chicos nazcan un fin de semana y arruinen así los planes del obstetra. Tanta intervención médica, tanta tecnología aplicada al nacimiento, invirtió los roles. Los protagonistas del parto ya no son la mamá y el bebé, sino los equipos profesionales cada vez más entrenados en la rapidez.
Crítico de esta situación que terminó deshumanizando la llegada de un ser humano al mundo, Víctor Ibarguren propone volver a escuchar los tiempos de la naturaleza, que no son otros que los tiempos de la mujer. Sincero, dice:”Me parece que nuestra profesión es muy soberbia. Es tiempo de que cada uno de los profesionales que estamos a cargo de la asistencia de los partos revisemos nuestras prácticas, ver qué sirve y qué no, y hacer un balance con humildad”.
Inquieto, insatisfecho con la forma “institucional” que adquirieron los nacimientos en los hospitales y clínicas, Ibarguren empezó a informarse sobre los partos respetados, un concepto al que arribó de la mano del especialista francés Michel Odent y de su libro “Nacimiento renacido”, entre otros que consultó.
“Me pasaba que no sabía por qué cuando bajábamos a la sala de parto a una mujer que tenía dilatación completa de pronto se le iban las contracciones. Entonces, ¿qué hacíamos? Le poníamos un suero, le poníamos oxitocina y que pariera en veinte minutos. Después me di cuenta de que esto ocurría porque sacábamos a la mujer de la habitación en la que había anidado, El alerta y el estrés que eso producía le frenaba todo. Es que uno está entrenado en que el parto tiene que durar un tiempo determinado”, relata.

Como hembras mamíferas


“Los médicos no sabemos qué es la fisiología del nacimiento”, vuelve a criticar Ibarguren, que es integrante del equipo de obstetricia del Hospital Privado de Comunidad. “La gran mayoría de las veces el parto podría fluir solo”, es decir, sin necesidad de medicalización.
El médico llega a esta conclusión a partir de observar a la hembras mamíferas. “Quien comanda el parto es el cerebro primitivo, común a todas las hembras mamíferas. Pero la mujer como ser racional tiene un cerebro nuevo, que es el cerebro del intelecto, donde llega todo lo que nosotros somos capaces de aprender y reproducir-explica-. El cerebro viejo es el que rige lo instintivo. Si reconociéramos que el parto es un fenómeno instintivo y no se puede controlar y que hay que perturbar lo menos posible seguramente habría muchas menos complicaciones en el campo de la obstetricia”.
Ibarguren señala que en el momento de dar a luz las necesidades de la mujer son dos: sentirse segura y no sentirse observada, tal como le ocurre a todas las hembras mamíferas a punto de parir. “Los animales que viven de día paren de noche, y viceversa. Y buscan la intimidad. Una hembra humana durante el trabajo de parto necesita sentirse segura sin sentirse observada-agrega-. De la misma manera, una gata se aísla, pare en un placard, en una canasta, pero sola y sin que haya gente ni otros animales. Si esa gata intuye el peligro su mismo cerebro troncal va a hacer que se inhiba el parto. La gata va a generar adrenalina, que es la hormona del estrés, y el parto se va a reiniciar cuando vuelva a encontrar seguridad. La interferencias en el trabajo de parto son todos estímulos que inhiben el cerebro primitivo”.

-¿Desde un hospital, cómo se podría contribuir a cuidar la intimidad de la parturienta?
-Hacer que la mujer para en penumbras o con poca luz, con poco ruido, sin que haya portazos ni un montón de gente observándola, y que la partera o médico hablen lo menos posible, porque el lenguaje es el principal estímulo que molesta. Y crear un clima amoroso. El acompañamiento amoroso de la pareja es la clave y también el de una mujer que ya haya parido. Un parto respetado implica un entorno amoroso en el nacimiento.
-¿En Mar del Plata, la futuras mamás aceptan parir de un modo natural?
-No muchas, aunque sí creo que hay mujeres que están buscando otras alternativas, están buscando ser protagonistas. Yo soy optimista y creo que es una cuestión de tiempo, porque el cambio viene de abajo, viene de las mujeres. Todavía me parece que el parto respetado es para una minoría, una minoría cultural más que económica, y que está empezando a cobrar fuerza porque además son mujeres que vienen de malas experiencias, de malos partos.
-¿Esta posibilidad de elegir que tiene la mujer en el parto respetado también influye en la decisión de no permitir una episiotomía?
-Sí, también. La episiotomía es la práctica más difundida en el mundo. Tiene sus motivos pero en la gran mayoría de los partos no es necesaria. Es un corte que uno hace en el periné para ampliar el canal de parto y acelerar la salida del bebé. El fundamento de su práctica es que previene prolapsos y desgarros. Pero hoy no se sabe si los previene. Yo las trivializaba, decía “es un corte”, pero después observé que la mujer continúa con dolor en la vagina durante el puerperio. Y hay mujeres a las que les cuesta volver a retomar su actividad sexual. Cuando empecé a formarme empecé a ser más respetuoso.
-Esta clase de nacimientos abarca la posibilidad de un parto en el domicilio. ¿Es seguro parir en casa?
-Hay estudios que indican que un parto planificado en el hogar es seguro, en general por ignorancia se lo ataca mucho. Todos piensan que es inseguro y yo diría que es todo lo contrario, porque en el parto en domicilio no se va a intervenir y la mayoría de las complicaciones que vemos en los hospitales son secundarias de intervenciones innecesarias. En un parto natural no hay goteo, no hay suero, no hay anestesia, no hay una peridural. Y los que planifican el parto en el hogar seguramente tienen un equipo de salud, porque el parto es seguro pero con una asistencia, o de una comadrona, o de un médico o de dos parteras. Y en un parto domiciliario tiene que haber un plan B: es decir que pueda haber un traslado. Está en la pesquisa del profesional ver en qué momento se puede hacer el traslado. Pero es raro que un parto en domicilio se complique. Creo que un parto respetado puede lograrse en una institución, por supuesto, pero en un domicilio es donde está a pleno la fisiología verdadera.