martes, 6 de abril de 2010

Montemos la guarde que queremos

Por: Aida Sánchez/ CanalSolidario.org el 04/04/10

Trabajan especialmente el periodo de adaptación, están abiertas a la participación de la familia, algunas tienen huerto urbano y cocina propia y, ¡lo más importante! son autogestionadas. Madres y padres se unen para montar las guarderías que quieren.

A la hora de escoger una opción para la escolarización de los hijos no todo el mundo piensa en las guarderías oficiales existentes. Más allá de la escasez de centros y de los enormes gastos que supone matricular a un niño en un centro convencional, muchas familias encuentran que el sistema educativo actual para los menores de 3 años, en lugar de promover la capacidad creativa y las potencialidades de los niños y las niñas, las reprime.

Así es cómo empiezan a surgir alternativas que se alejan del modelo de educación infantil tradicional. ‘Grupos de crianza’, ‘Hogares amigos’, ‘grupos de padres y madres organizados’, redes de apoyo mutuo, canguros colectivos. Estas apuestas consisten básicamente en espacios de cooperación para que varias familias juntas y con el apoyo de una educadora o un educador saquen adelante el crecimiento de sus hijos y hijas.

Existen diferentes opciones. Desde grupos de padres y madres que acondicionan un espacio comunitario, comparten los gastos de alquiler y de personal, y se organizan para cuidar de los niños por turnos, hasta otros tipos de propuestas más formales dónde los padres y las madres se implican en la gestión, la administración y la crianza de los pequeños, que incluye su cuidado, atención y alimentación y la transmisión de conocimiento y habilidades.

Red de crianza compartida

Las familias hacen turnos para estar, una mañana a la semana, acompañando al grupo de niños. Pagan una cuota por contar con el apoyo permanente de una educadora profesional, están en contacto y se reúnen periódicamente en asambleas para tratar tanto las cuestiones de funcionamiento relacionadas con el proyecto como los aspectos pedagógicos y de crianza que les interesan. Además, participan en foros y encuentros pedagógicos, comparten e intercambiamos bibliografía sobre la crianza y la educación, participan en actividades abiertas de su municipio y hacen uso de los equipamientos comunitarios. Así se organizan las familias que forman parte del proyecto El Xerrac, un espacio que desde Esparraguera, en Barceona, promueve la crianza compartida.

Espacios para crecer

Grupos de padres y madres también han sido los que han impulsado la creación de centros alternativos de educación infantil como La Serrada o Los Donyets, en Valencia o las escuelas Genunió-Palúre y Nimbo de Barcelona. Son espacios dónde, según explican, se da prioridad a las necesidades de los niños y dónde las familias tienen un papel principal en la toma de decisiones sobre la primera educación de sus hijos y hijas.

También se han ido creando espacios dónde padres y madres se reúnen y ponen en común sus puntos de vista, los niños juegan en libertad y la crianza se convierte en una tarea en comunidad, cómo La Tribu, el grupo Disrfutando la Crianza, el Espacio del Mar o la Comunidad Maternal

Casas amigas

Las cuidadoras de Sabadell o la experiencia de las casas amigas que se desarrolla en Euskadi y Navarra, se basan en la idea de un cuidador o una cuidadora que se encargan de tres o cuatro niños de 0 a 3 años (en la propia casa de la persona cuidadora) con un proyecto educativo consensuado con las familias, ambiente familiar y con atención mas personalizada a cada bebé.
Los padres y las madres preparan las comidas para sus hijos y las cuidadoras fomentan la autonomía de los niños. Entre las ventajas de este sistema, está que las familias destacan la atención personalizada que pueden dar a sus hijos las cuidadoras, puesto que estas no se ocupan de más de 4 niños. Además, también valoran positivamente el ambiente familiar, la flexibilidad de horarios, la disminución del contagio de actividades y la posibilidad de involucrarse más directamente en la educación de sus hijos y hijas.

“No encontré plaza en ninguna escuela pública y no me podía permitir pagar los 350 euros al mes que me pedían en una escuela cuna privada. Me tuve que buscar la vida y buscar alternativas. Así conocí a las cuidadoras de Sabadell. Ahora estoy muy contenta porque puedo involucrarme mucho más en la educación de mi hija. Yo le hago la comida y, siempre con el consentimiento de la cuidadora, propongo las actividades a realizar”, explica Júlia, usuaria de este servicio desde el pasado mas de febrero.

Como Júlia, algunas familias empiezan a utilizar estas alternativas empujadas por las circunstancias pero en muchos casos acaban planteándose muchas cuestiones a nivel personal, empezando por su responsabilidad en la educación de sus hijos y hijas hasta su participación en su barrio o en su ciudad.

Fuente: www.canalsolidario.org, 2010

¿Y qué puedo hacer yo?¿Tú qué piensas de las guarderías alternativas? ¿Conoces alguna experiencia similar? ¡Compártela en los comentarios!

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