Tú, lo que eres más allá de tu actual percepción de corporeidad, ya experimentaste antes de tu presente forma humana la Rendición plena, desprendiéndote de toda vanidad; ya lograste la Libertad absoluta, que conlleva también no renunciar a nada; y ya permitiste, sin sentir ningún miedo, que la Brisa del Amor te llevara donde le diera la gana. Por eso la Rendición, la Libertad y la ausencia de vanidad y miedos, aún desconcertando a tu mente física, resuenan tanto en tu Corazón. Y por eso estás aquí encarnado como ser humano: porque la Brisa del Amor te trajo a esta Dimensión y a este mundo.
¿Lo recuerdas ahora?
Conocías los riesgos, pero no tuviste miedo porque de miedo carecías. Sabías que al “aterrizar” en este plano se borraría tu Memoria y olvidarías quien eras y de donde venias. Pero también, consciente de tu poder divino, que el “recuerdo” se iría activando en ti paulatinamente hasta llegar a ser completo. Y que en ese momento inefable, que compensaría con creces todos los avatares de la travesía, acontecería el Milagro y te darías cuenta de que el final de tu proceso consciencial humano es, a su vez, el inicio, que la meta no es otra que la línea de salida, que el destino del viaje es su punto de arranque en un Eterno Retorno; y que semejante experiencia la has vivido voluntariamente por Amor, sólo por Amor, que es lo que realmente Eres.
Este el “Gran Recuerdo” que está aflorando de tu interior: Eres Amor y el Amor es la única razón de este viaje de ida y vuelta al Paraíso con el que has traído el Cielo a la Tierra para desplegar tu capacidad co-creadora expandiendo la Creación y la Vida, ampliando las Dimensiones y la Consciencia y generado nuevos mundos y modalidades de vida.
Y ahora estás desembocando en el final del viaje, que no es sino su inicio, el Hogar desde donde te proyectaste aquí dejándote llevar por la Brisa del Amor. Ya puedes entreverlo en el horizonte que dibuja tu Corazón. Sí, ya puedes presentirlo, aunque sea difícil de describir con palabras. ¡Es tan bello, tan bello,…!. Es tan hermoso y sublime... Se parece a un Océano de Silencio, sin un centro o principio, siempre en calma.
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