martes, 26 de octubre de 2010

Nacer dos veces

Gonzalo está a punto de nacer de nuevo. La primera vez que vino al mundo, con sólo 24 semanas de gestación y 790 gramos de peso, era demasiado pronto, no estaba preparado. Sin embargo, tres meses y medio después de aquel día de julio, ya está casi listo para otro alumbramiento: el que vendrá el día que abandone la Unidad de Neonatología del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Será un nuevo nacimiento porque, desde que llegó, Gonzalo ha vivido en un ambiente bastante similar al que hubiera tenido en el útero materno: sin luces directas, ruidos o maniobras bruscas; relajado y en postura fetal.

Junto al Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, el centro madrileño ha sido pionero en implantar en España un método de cuidado a los prematuros que prima la atención de las necesidades de forma individualizada y apuesta por el establecimiento de entornos que eviten cualquier sobreestímulo que pueda alterar el todavía inmaduro sistema nervioso de estos bebés. Ambos centros lograrán en unos meses la certificación del programa NIDCAP(Evaluación y Cuidado Individualizado del Desarrollo del Recién Nacido, según sus siglas en inglés), que ya emplean desde hace años diversos hospitales estadounidenses y europeos, y que no sólo se apoya en los cuidados de médicos y enfermeras, sino que considera fundamental la participación de los padres.

"En definitiva, se trata de entender las necesidades de cada niño para darle los cuidados apropiados, controlar cualquier factor estresante que pueda venir del entorno y favorecer un contacto estrecho e íntimo con su familia, que será fundamental para su desarrollo", resumen desde el 12 de Octubre.

Pedir sin palabras
Begoña Morante, la madre de Gonzalo, ha aprendido mucho en este tiempo. No sólo sabe regular las luces de la unidad, a la que puede acceder las 24 horas del día, sino que también ha empezado a conocer el lenguaje que utiliza su hijo para comunicarse con ella. "Un niño no es capaz de verbalizar lo que necesita, pero sí lo expresa", explica Carmen Pallás, jefa del servicio de Neonatología del hospital madrileño.

Según esta especialista, las alteraciones en los ciclos de sueño y vigilia, los cambios en la frecuencia cardiaca o la aparición de determinados gestos en la cara de un bebé pueden ser signos de estrés o de molestias que siempre hay que tratar de controlar. "Sabemos, por ejemplo, que cuando son muy prematuros, muchos niños no responden bien a las caricias. Se sienten más tranquilos y seguros si sus padres simplemente les realizan una pequeña presión en la espalda, simulando la que sentirían si aún estuvieran en contacto con la pared del útero", apunta Eugenia Bodas, una de las enfermeras del centro madrileño que ha recibido formación NIDCAP.

Los bebés, continúa esta experta, "no desarrollan la vista hasta que la gestación esta avanzada, así que, si nacen antes, las luces también les molestan y, a su manera, se quejan". Aprender a interpretar signos como estos en cada bebé y minimizar su impacto "es fundamental para su desarrollo", insiste Pallás. Coincide con su punto de vista Josep Perapoch, jefe clínico del servicio de Neonatología del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, cuya unidad también lleva años trabajando para implantar el método NIDCAP.

"Todo empezó por un cambio de filosofía. Nos dimos cuenta de que se había tecnificado mucho al recién nacido. Los avances de los últimos años habían permitido mejorar la supervivencia de los bebés, pero su cerebro seguía sufriendo mucho el impacto de haber nacido antes de tiempo. Y ese cambio en la organización del sistema nervioso del niño puede tener secuelas en su desarrollo futuro", señala.

Según datos de la Sociedad Española de Neonatología, la tecnología actual ha hecho posible cosas impensables hace pocas décadas. Antes, no se podía hacer nada por un niño que pesara menos de un kilo. Hoy, sin embargo, sobrevive un porcentaje considerable de pequeños con sólo 23 o 24 semanas de gestación y apenas 500 gramos. "Pero de los supervivientes en este grupo de edad, aproximadamente un 15% va a tener problemas de desarrollo psicomotor, o déficits visuales y de oído. Además, a medio y largo plazo, otro 20% puede sufrir otras secuelas, como hiperactividad o problemas de atención en el colegio", apunta José Blas López Sastre, presidente de la Sociedad Española de Neonatología y catedrático de Pediatría de la Universidad de Oviedo.

Según este especialista, a medida que aumentan las semanas de gestación completadas en el útero materno, crecen también las posibilidades de supervivencia –en niños de más de 1.500 kg de peso están en torno al 85%– y menguan los riesgos de secuelas. De ahí la importancia que tiene para los expertos la "imitación del útero materno" en el exterior.

Resultados
Aunque aún no hay datos en España, donde el método NIDCAP lleva relativamente poco tiempo haciéndose un hueco en las unidades de neonatología, estudios realizados en centros de Estados Unidos y Escandinavia, que utilizan sus medidas de forma estandarizada desde hace décadas, avalan su utilidad para minimizar secuelas. "Se ha comprobado que se reduce la estancia en las unidades de neonatos, baja el número de complicaciones respiratorias crónicas y mejora el desarrollo neuroconductual, tanto al alta, como a los dos y a los seis años", señala Perapoch, que apuesta por la extensión del método a otras unidades.

"Ése es el objetivo", comenta, por su parte, Belén Colomer, secretaria general de la Sociedad Española de Neonatología y especialista del Hospital Central de Asturias. "Algunas de las medidas que contempla el programa ya están implantadas desde hace tiempo en muchos hospitales españoles –según sus datos, el 90% de las unidades de neonatos en España emplean cuidados destinados a mejorar el desarrollo, como el control de la iluminación o la participación de las familias–. Sin embargo, aún hacía falta una unificación, una estandarización a todos los niveles", señala.

"Era necesario englobar todas las medidas y añadirles un plus: la individualización de la atención. Y eso puede aportarlo el programa NIDCAP, por el que ya están interesados muchos centros", subraya Perapoch.

Según han confirmado fuentes del Ministerio de Sanidad, la Estrategia Nacional de Atención al Parto, dotada con una financiación de alrededor de ocho millones de euros, contempla un apoyo económico para la implantación de esta estrategia por la que ya se han interesado 10 comunidades autónomas: Andalucía, Aragón, Asturias, Cataluña, Galicia, Madrid, Murcia, País Vasco, Ceuta y Melilla.

En cuanto reciban la certificación NIDCAP, tanto el 12 de Octubre como el Vall d'Hebron podrán formar a otros centros, una instrucción que, hasta ahora, tenía que venir del extrajero, ya que sólo 16 hospitales en todo el mundo –10 en Estados Unidos, cinco en Europa y uno en América Latina– contaban con la aprobación de centros formadores que concede la Federación Internacional NIDCAP, una organización privada y sin ánimo de lucro que se creó para difundir la metodología elaborada por la psicóloga especialista en desarrollo infantil Heidilise Als.

En el 12 de Octubre, que espera ser el primer centro español en recibir la certificación, ya piensan en el futuro. "El próximo paso que queremos dar es instalar habitaciones donde puedan alojarse los padres para que los bebés puedan beneficiarse de un contacto aún más estrecho e íntimo con sus familias", comenta Carmen Pallás, quien no deja de difundir las bondades del programa.

La posibilidad de mantener una relación directa y constante con su pequeño fue, precisamente, lo que más reconfortó a Mariano Delgado cuando, nerviosísimo, llegó al 12 de Octubre con su hijo Víctor, que había nacido antes de tiempo, con sólo 32 semanas de gestación, en otro hospital de la comunidad.

Este madrileño asegura que el llamado método canguro –una medida contemplada por el programa y que se basa en el contacto piel con piel entre el recién nacido y sus progenitores– "nos ha tranquilizado mucho a los dos y nos está ayudando a salir adelante".

"El método es bueno tanto para los pequeños como para sus padres, que, al participar en los cuidados de su bebé, tienen un nivel de estrés y ansiedad mucho más bajos", apunta Pallás. Y confirma sus palabras Begoña Morante, que se turna con su marido para estar mañana y tarde con Gonzalo. El pequeño no sólo ha ganado más de dos kilos en sus 15 semanas en la unidad. En todo este tiempo, también ha aprendido a saber lo que es bueno. "Desde que probó el método canguro, no quiere estar más que en brazos, con nosotros", concluye, orgullosa, su madre.

http://www.elmundo.es/elmundosalud/documentos/2010/10/slide/prematuros.html

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