"Pongámoslas en severas habitaciones con luces que ciegan.
Tumbémoslas de espaldas en potros duros y estrechos.
Atémoslas a máquinas para que no puedan moverse.
Obliguémoslas a estar calladas y no molestar con sus dolores.
Expongamos sus partes más íntimas y amenacémoslas con el frío acero.
Hagámoslas empujar a sus bebés contra la gravedad de la tierra...
en estas condiciones el parto se hace rápidamente insoportable y el alivio del dolor es la única esperanza de la mujer....
Este no es el grito de una mujer de parto trayendo un bebé al mundo, aunque si sólo conoces el nacimiento en un ambiente medicalizado puede ser que lo creas así.
Esto es el aullido de súplica de un animal preso dolorido."
Tricia Anderson, matrona
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