miércoles, 26 de enero de 2011

Las madres que nos dan la vida

Las mujeres merecen un respeto solo por el hecho de que nos conciben, traen a la vida, amamantan, miman y vigilan hasta que nos podemos valer por nosotros mismos. Las madres no son solo esas figuras generadoras de traumas, y limitadoras de nuestra libertad, por mucho que nuestras madres hayan tenido que lidiar con ello en un sistema que se hace cargo de decirle, a través de un medico, cómo se debe parir, (tumbada boca arriba, rajada, enchufada a un gotero,….en demasiadas ocasiones) y después cómo debe criar a su hijo. Es incomodo enfrentar esto, pero ¿a cuantas mujeres conoces que hayan tenido un parto natural exento de violencia? ¿A cuantas conoces que les hayan dado a sus hijos una educación individualizada y no sistematizada para todos?

Cuando la mujer se pone al servicio de la Ciencia y no la Ciencia al servicio de la mujer, de desconfía tácitamente del instinto femenino ancestral de traer vida al mundo y saber cómo hacerse cargo de ella. Una mujer sabe hacer eso, su cuerpo lo sabe.....

Esto es difícil de explicar, pero la base de la que nace es la Confianza. La mujer debe aprender a confiar en sí misma y los demás también deben confiar en la sabiduría de su útero, caderas, pechos y piernas.

Su útero gesta vida solo, sin intervención de ella misma, y por supuesto sin intervención de ningún médico. Sus caderas se ensanchan para dejar salir la nueva criatura, su vagina se estira milagrosamente para que el cuerpo de su hijo se abra paso, sus pechos comienzan a llenarse del alimento con el que podrá sustentarlo (sin que necesite nada más) durante meses, sus piernas soportarán la carga.

La mujer que da a luz muere a la antigua mujer, ya nunca será la misma. Es el mayor proceso inicíático y transformador. Y si todo va bien, se le brinda la oportunidad de sentir el más inmenso amor que sentirá jamás….La muerte del ego y la propia necesidad para volcarse en lo otro.

Las antiguas culturas que honraban los valores femeninos, consideraban sagrado el momento del embarazo, parto y puerperio. Creo que no hay nada más espiritual que llevar un hijo en vientre y parirlo respetando el proceso natural. Desgraciadamente muy pocas mujeres tienen la oportunidad de hacerlo así y si lo hacen parecerán unas proscritas (al menos en el país en el que vivo). Con paciencia y seguridad en sí mismas, tendrán que dar explicaciones muchas veces de por qué toman esa decisión.

Pero existe tanta desinformación de este proceso que muchas ni siquiera saben que existe esa posibilidad, y otras dirán aterrorizadas, “con los avances de hoy en día, ¡que locura! ¡A mi que me pongan la epidural!”
Existen casos en los que será necesario y de agradecer hacer uso de esta inyección, pero seria conveniente cuestionar su uso protocolario e informar sobre sus consecuencias. Pareciera que todo está diseñado para adormecer a la mujer salvaje. A mi lo que me parece aterrador es tumbar a una mujer boca arriba, tratarla como una enferma, practicarle la episiotomía sistemáticamente y todo ello en ese ambiente metálico y fosforescente. Parir tiene muy mala prensa, y la condena de Yahvé dios sigue estando vigente. El sistema se encarga de ejecutarla.

La mayoría de las estatuillas más antiguas lucían su vientre hinchado y sus pechos llenos de leche, acentuando el carácter acogedor amoroso y colmador de la madre tierra, que les acogía en sus úteros cuevas y les ofrecía el sustento necesario.

Si algo diferencia a la antigua cultura matrística de la diosa con la actual es que en aquella todo giraba en torno a los valores de la madre (el arte encontrado así lo atestigua) y en esta todo gira en torno a los valores patriarcales. Si otra cosa destacable hay es que aquella no conoció la guerra y esta la ha conocido demasiado......otro mundo es posible, fue posible y el camino hacia el despertar de lo femenino contribuye a crear una nueva realidad más nutriente amorosa y colaboradora. En Ella nos inspiramos.

Sofía Gutierrez

1 comentario:

  1. Muy buena entrada!

    Me la llevo al resumen semanal de Bebés y más, con tu permiso.

    Un saludo,

    Armando

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