Llevo un mes de mayo que da miedo. Y parece que el blog lo está acuciando, mejor el blog que otras cosas.
Ni siquiera sé por donde empezar a contaros.
Ha sido un mes de dificultades económicas, ha sido un mes de virus intestinales, en el que hemos caído uno detrás de otro y a veces a pares y como no somos precisamente pocos se ha hecho duro. Vómitos nocturnos, fiebres, retortijones, alergias y terrores nocturnos.
Aquí me quiero parar un poquito.
Hacía mucho tiempo que a Álvaro no le sucedía ningún episodio de terror nocturno, quizás el último le ocurrió alrededor de los tres añitos y ya era espeluznante. Hace unas noches, coincidiendo con su transito por la enfermedad gastrointestinal, tuvo un par de noches terroríficas. Bueno, sobre todo para nosotros. Era increíble ver a un niño de nueve años cogido fuertemente a la cama con signos físicos de auténtico pavor, gritando con los ojos abiertos, mirándote y gritando: No, no, dejadme en paz. No me cojais, vete mamá, corre, iros de aquí... Parece increíble que mirándome como me miraba no supiese que era yo, que si me acercaba a consolarle se ponía peor creyendo que se lo llevaban. Parece increíble que yo casi me crea que no quería verme. Parece increíble que al despertarlo no se acordara de nada.
Parecía un “mal viaje” tras la ingestión de una droga o una intoxicación de la que no le podía ayudar a salir. ¡Qué impotencia!
He leido un poco sobre el tema y como a veces puede resultar difícil saber si el niño está teniendo una pesadilla o un terror nocturno; resumo a continuación las diferencias básicas entre una y otro.
¿Qué es?
Pesadilla: un sueño que provoca mucho miedo seguido de un despertar completo.
Terrores nocturnos: un sueño miedoso acompañado de un despertar sólo parcial desde una fase de sueño muy profundo.
¿Cuándo te percatas del fenómeno?
Pesadilla: cuando ya ha pasado y tu hijo se despierta y te habla sobre él.
Terrores nocturnos: mientras está teniendo lugar y el niño grita y se mueve agitado; después se tranquiliza y, al despertar, usualmente no recuerda lo que pasó.
Momento en que ocurre
Pesadilla: muy tarde en el período de sueño, en usualmente entre las cuatro y las seis de la mañana cuando los sueños son más vívidos.
Terrores nocturnos: cuando el sueño es muy profundo; generalmente, entre la una y las tres de la madrugada.
Aspecto y comportamiento del niño
Pesadilla: el niño llora y está muy asustado después de despertarse.
Terror nocturno: se sienta, se agita, hace movimientos extraños; llora, grita, gime, habla; tiene los ojos abiertos de par en par, el ritmo cardíaco acelerado y está sudoroso; el miedo y la confusión desaparecen cuando el niño despierta.
Reactividad
Pesadilla: en cuanto se despierta, el niño se da cuenta de tu presencia y se tranquiliza al verte o puede ir en tu búsqueda para que lo reconfortes.
Terror nocturno: el niño no parece darse cuenta de tu presencia y puede, incluso, intentar apartarte, gritando y agitándose todavía más si intentas inmovilizarlo.
Volver a conciliar el sueño
Pesadilla: es posible que le cueste volver a dormirse por lo asustado que está.
Terrores nocturnos: vuelve a conciliar el sueño rápidamente sin llegar a despertarse por completo.
Recuerdo de la experiencia
Pesadilla: suele recordar lo que ha soñado y puede hablar sobre ello.
Terror nocturno: no recuerda nada de lo que ha soñado ni tampoco la agitación o los gritos.
Mª José
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