Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la relación madre-lactante ha aportado protección, calor, estimulación social y nutrición al lactante. Sin embargo, el manejo médico perinatal moderno ha impuesto un patrón de separación temprana de madre y bebé.
Colocado en contacto precoz nada más nacer, el recién nacido se recupera del estrés del parto y comienza a succionar de forma correcta el pecho de su madre cuando está preparado para ello.
La separación precoz provoca una hipotermia que el bebé intenta minimizar haciendo vasoconstricción periférica, que comporta un mayor consumo de glucosa y una acidosis metabólica. El bebé llora para reunirse con su madre y recuperar la temperatura corporal.
Si se desaprovecha el período sensitivo del bebé separándole de su madre nada más nacer, no tendrá la oportunidad de alcanzar el pecho de su madre por sí mismo, de reconocer su olor ni de hacer una toma espontánea y correcta, lo que dificulta el éxito de la lactancia materna y el vínculo madre-bebé.
Colocado en contacto precoz nada más nacer, el recién nacido se recupera del estrés del parto y comienza a succionar de forma correcta el pecho de su madre cuando está preparado para ello.
La separación precoz provoca una hipotermia que el bebé intenta minimizar haciendo vasoconstricción periférica, que comporta un mayor consumo de glucosa y una acidosis metabólica. El bebé llora para reunirse con su madre y recuperar la temperatura corporal.
Si se desaprovecha el período sensitivo del bebé separándole de su madre nada más nacer, no tendrá la oportunidad de alcanzar el pecho de su madre por sí mismo, de reconocer su olor ni de hacer una toma espontánea y correcta, lo que dificulta el éxito de la lactancia materna y el vínculo madre-bebé.
Dr. A. Gómez Papi
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