Resulta que estamos reformando una casita pequeña que en apenas ya dos semanas habitaremos, tenemos muchas ganas e ilusión y Sunie le está puniendo mucho mucho cariño. Se está dando un curro increible cosa que yo le agradezco enormemente, aunque él no lo sabe, cosas que pasan.
Bueno, a lo que iba, los cerrojos en las puertas. Pues bueno, rapidamente le he contestado con un "claro que no" que me ha salido de mis entrañas. Creo que eso es lo que debería valer. Sin embargo, en seguida la cabeza, como siempre, la loca cabeza, se ha puesto a pensar.
Es evidente que yo ya no necesito cerrojos en casa, es más, nos estamos ahorrando ciertas puertas para nosotros innecesarias. Pero es que a mi me han habitado todos mis hijos y casi mi pareja, yo so sé que podría taparme de ninguno de ellos después de que mi alma y mi cuerpo han sido habitaculo para todos. Pero claro, ahí llegan asomando con su adolescencia Álvaro y Lucía, y de repente pensé que quizás ellos si que agradecerían un cerrojito en la puerta. No sé, no sé.
Lo he pensado unos segundos, ya sabeis, a veces el cerebro procesa rápido, y creo que prefiero que aprendan a llamar a la puerta y respetarse sus espacios sin cerrojos. Ya tenemos casas bastantes aisleitor como para añadir cadenas perpetuas.
Podemos añadir:
Cerrar bien es cerrar sin trancas ni cerrojos y, sin embargo, sin que nadie pueda abrir. Atar bien es atar sin cuerda ni cordel y, sin embargo, sin que nadie pueda desatar.
Tao-Te-Ching.
me encantó tu post!
ResponderEliminarbonita reflexion ;-)