viernes, 11 de febrero de 2011

Enseñando a través del amor en lugar del miedo

He encontrado este post y me ha encantado... 100x100 de acuerdo con toda la reflexión... pero he de confesar que en mi vida familiar andamos mucho más de lo que nos gustaría con chantajes y amenazas ¿cuantas veces contaré yo 1, 2 y ...? Y qué razón tiene, alguno de mis hijos ya es de mi estatura como no haya sembrado otra cosa lo tengo muy muy negro.

Enseñando a través del amor en lugar del miedo
por Pam Leo


Te puedes imaginar amenazando a tu pareja o mejor amigo contando “Uno… dos… tres…” si no hiciese lo que quieres?

Una de la mayores preocupaciones en las escuelas hoy es el ”bullying.” Los padres y profesores luchan diariamente para detener este comportamiento. Sin darse cuenta, los adultos provocan comportamiento intimidatorio haciendo de modelos cuando usan la amenaza de su tamaño físico o poder para obligar a los niños a hacer cosas. Cuando oigo a un padre contar “Uno… dos” a un niño, siempre me pregunto qué le han dicho al niño que sucederá si llega al tres. Se amenaza con una bofetada, con gritos, se acabó el tiempo, con dejarle solo (Me voy sin tí) o con no quererle más o no hacerle caso? Sea cuál sea la amenaza pocas veces oigo “tres”. Tal y como pretende, la amenaza de lo que sucederá si el padre llega a tres, normalmente convence al niño para que haga lo que su padre le dice. Los padres utilizan amenazas para hacer que sus hijos cooperen porque era lo que los adultos hacían cuando ellos crecían. La mayor parte de nosotros hemos oido la frase: ”o si no...” Hacíamos lo que se nos decía por miedo, incluso aunque no supieramos lo que sería ese ”si no…”.

Aunque contar pueda parecer una forma mágica de disciplina, las amenazas no tienen nada de mágico. Los niños saben que los adultos son más grandes y fuertes que ellos. Se avienen por autodefensa. Si la única manera de conseguir que los niños hagan lo que les pedimos es intimidarlos con nuestro gran tamaño y poder, ¿cómo haremos que hagan lo que les pedimos cuando ya no seamos más grandes ni más poderosos? Pregúntele a los padres de un adolescente si lo de contar todavía les funciona. Las amenazas no sólo no funcionan sino que los niños han aprendido a usar los mismos medios para hacer que otros hagan lo que quieren.

Muchos padres consideran el comportamiento de sus hijos, poco cooperativo, como un reto a su autoridad. Una vez que comprendemos que el comportamiento no cooperativo está causado normalmente por una necesidad no satisfecha del niño o por unas expectativas irreales del adulto, no nos lo tomaremos como algo personal. Los padres y los niños, normalmente tienen diferentes necesidades. A veces nuestros planes y necesidades entran en conflicto con las de ellos. Un niño inmerso en el juego no querrá interrumpirlo para acompañarnos al banco o a la frutería antes de que cierre. Cuando un padre necesita hacer una cosa y el niño otra, hay un conflicto de necesidades. Este conflicto de necesidades se convierte en una lucha de poder cuando los padres utilizan el poder del miedo en lugar del del amor. El vínculo o conexión que los padres tienen con sus hijos es su herramienta más poderosa. Un vínculo sólido se crea con el tiempo se cubren las necesidades tempranas de los hijos de manera amorosa y equilibrada. Las amenazas comunican, “Lo que pienses, sientas, quieras o necesites no es importante.” Las amenazas resquebrajan el vínculo padres-hijos. Cuando aprendemos a resolver “conflictos de necesidades” de maneras que muestren a los niños que sus necesidades y sentimientos importan, fortalecemos el vínculo y evitamos muchas luchas de poder.

La razón más común de conflicto de necesidades entre padres e hijos es la falta de recursos. Si los padres tuvieran más recursos no tendrían que llevar con ellos al niño al banco o a la frutería porque habría alguien que podría quedarse con el niño. Mientras haya una falta de recursos habrá un conflicto de necesidades. Hasta que averigüemos cómo introducir más recursos en nuestras vidas tenemos que encontrar otros modos de resolver nuestros conflictos si queremos dejar de enseñar a los niños a hacer “bullying”. Si queremos enseñar a los niños a amar en lugar de odiar, tenemos que aprender a usar habilidades de resolución de conflictos en nuestra relaciones diarias con ellos. Igual que los niños aprenden a intimidar de lo que ven hacer a los adultos, pueden aprender a resolver conflictos y habilidades para la solución de problemas de lo que nosotros hagamos. Cuando los niños aprenden las habilidades por cómo les tratamos en casa las transmitirán a sus relaciones en la escuela.

Pueden aprender resolución de conflictos desde muy pequeñitos si les enseñamos. A un hermano mayor se le puede enseñar a buscar otro juguete para intercambiarlo con su hermano pequeño en lugar de arrancarle el que tiene en las manos. Cuando dos niños quieren el mismo juguete podemos ayudarles a encontrar una solución. Cuando el conflicto surge porque los padres tienen que hacer un recado y el niño simplemente quiere quedarse en casa jugando podemos decir “veamos si podemos encontrar un modo de que ambos tengamos lo que necesitamos.” Quizás el niño podría llevar el juguete en el coche o el recado podría esperar hasta mañana”. Cuando un padre se dispone a marcharse del parque y el niño quiere quedarse más, podemos sugerir un compromiso de cinco minutos más y hacer algo divertido al llegar a casa. Normalmente no es tanto que el niño no quiera irse como que no quiere que la diversión se termine. Cuando enseñamos a los niños que son importantes las necesidades de todos haciendo honor a las suyas aprenden a prestar atención a las de los demás.

Habrá veces en que no tengamos tiempo o recursos para cubrir las necesidades del niño. Habrá veces en las que incluso después de hacerlo el niño aún es incapaz de cooperar. En esos momentos es importante comunicar que los padres también tienen necesidades y aunque haga al niño infeliz tenemos que irnos y permitir que el niño tenga esos sentimientos sobre tener que irse. Nunca está bien decirle a un niño que te vas sin él. Amenazar a un niño con abandonarlo le aterroriza. Cuando el niño tiene una rabieta por irse puede que irse del parque no sea, en absoluto, la razón. Irse puede ser la gota que colma el vaso después de un día de acumulación de pequeñas frustraciones. Puede que el niño simplemente necesite llorar para dejar salir el estres de todo el día. Un niño será capaz de seguir adelante mucho más dispuesto cuando le digamos “Sé que estás triste y está bien que llores” que si le decimos “Deja de llorar o te doy un motivo para que llores de verdad!” Una vez que ha llorado normalmente se sentirá mejor y será más capaz de cooperar.

Cuando las necesidades de un niño están cubiertas y nada les daña son encantadores. Cuando un niño responde negativamente a una petición razonable tenemos que buscar qué necesidad está en conflicto. Una vez que sepamos como chocan nuestras necesidades podemos intentar resolver el problema. He aprendido a decir “Cuando te portas así, sé que algo va mal, porque nosotros nos queremos y las personas que se quieren no se tratan de ese modo. Me puedes decir lo qué necesitas o lo que te molesta?” Si puedo recordar detenerme y hacer una simple pregunta se cambia todo el cotexto del conflicto. Esa pregunta comunica ” Te quiero y lo que sientes y necesitas me importa.”

A veces no hay manera de que ambas personas obtengan lo que necesitan. Pero no hacerlo es mucho más fácil de soportar si te tratan de modo que puedas mantener la dignidad. Contarle hasta tres a un niño comunica, “Soy más grande y más fuerte que tú y harías mejor en hacer lo que digo o de otro modo (en cierto modo) te haré daño. ” Cuando un niño mayor le dice a uno más pequeño, “Haz lo que te digo o te pego,” lo llamamos bullying. Cuando un adulto le comunica lo mismo a un niño contando hasta tres, lo llamamos disciplina. Cuando tratamos a los niños de formas que les arrebatan su dignidad les estamos enseñando a arrebatársela a otros. Si queremos que los niños dejen de intimidar a otros, tenemos que dejar de intimidarles. El poder del miedo es fácil y rápido pero dura poco.

El poder del amor requiere más trabajo y lleva más tiempo pero los niños nunca son demasiado grandes para sentir su influencia.

Fuente: http://amarpartos.blogspot.com

2 comentarios:

  1. Que linda frase de Gabriel Garcia Marquez, la verdad que es una belleza...muchas gracias...por acercarnosla...un beso grande, lucrecia

    ResponderEliminar