Invoqué a la Diosa Oscura, con cierto respeto, y tomé las velas en recuerdo a mis ancestras y a las que me suceden y me sucederán. Fue precioso sentir esta cadena femenina, sentirme como puente entre ellas y fue precioso sentir que cada una de mis antecesoras fueron el puente para que yo esté donde estoy y como estoy... ¿cómo se me ocurre quejarme de ellas en ocasiones? ¡Veneración a las mujeres de mi familia! Eso es lo que sentí. Y una belleza absoluta al mirar a mis dos hijas, con su vida por delante y futuras madres de otras hijas (quizás). Fue muy linnndo y me emocionó.
Comencé a descender ayudada por la respiración, me costaba, así que decidí que ya había llegado. Entré en la habitación y la vi allí entre rejas. Era una dragona grande, de colores rojos y naranjas y ojos muy muy grandes. Nos miramos pero no nos reconocimos, creo. Yo sentía ternura por ella, me parecía un ser muy tierno a pesar de su enorme tamaño, como si la hubiesen separado muy pronto y hace muuucho tiempo de sus seres queridos. Le pregunté cuanto tiempo llevaba encerrada y esperé y esperé la respuesta pero no dijo nada, solo me miraba. Cogí la llave para entrar a abrazarla, me apetecía mucho mullirme contra su cuerpo y consolar lo que yo llamé tristeza.
Salí de allí para encontrarme con aquella hermosa mujer que con su presencia iluminaba la estancia curiosamente también con tonos rojizos y anaranjados. No sentí una especial cercanía pero como sabía de su conocimiento sobre el submundo le pregunté por las mujeres que no se muestan en mi y Perséfone me habló de la mujer tierna, suave, cercana y alegre a esa le cuesta aparecer en algunos contextos, pero ya lo pide a gritos desde hace tiempo; y también me habló de la mujer que ha de mostrarse en público, la que se deja ver, la mujer social, abierta, espontánea y segura de sí misma. Ellas dos andan reprimidas en mi. Así que con una señal de su rostro me indicó que abriera el cofre con la llave. Al hacerlo salieron de él dos diosas arquetípicas representando esas características, vinieron hacia mi y se metieron en mi cuerpo. Yo las sentí en mi, miré a Perséfone que me sonrió, le devolví una tímida sonrisa e hice una reverencia para despedirme.
Y allí fui, a encontrarme con la vieja y su caldero. La estancia iluminada por el fuego, los mismos colores. La vieja enjuta, bastante vieja y vestida de negro. No habló pero con gestos me apremió a que pasara. Me acerqué a ella, me indicó que me sentase y así estuvimos un buen rato, ella removiendo su pócima yo mirando embobada su trabajo y silencio. De repente me lo preguntó, me preguntó que es lo que me estaba impidiendo conectarme con mi sabia y me ofreció arrojarlo al caldero. Allí volqué el miedo, eso es lo que sentí que me sobra... miedo a mostrarme, miedo a ser vulnerable... el líquido comenzó a hacer grandes pompas y burbujas mientras ella removía sin descanso.
Cuando le pregunté cual era el camino para manifestar a la sabia ella en silencio y sin dejar de mover su ungüento me dio un espejo...¡qué potente fue mirar allí! Allí estaba la sabia. No era yo, aunque lo fuera, era una vieja profunda... con su capa negra y sus cuencas de los ojos mirando más allá. La sabia vieja estaba ahí al otro lado del espejo. Toque mi rostro, con asombro, y una mano en el espejo tocó a aquella anciana. Me quedé un buen rato mirando a los ojos de la vieja del espejo, y en un momento empezó a cambiar el rostro de la vieja... la misma rueda ante mis ojos, apareció el rostro de la doncella bajo la capa, el rostro de la madura, el rostro de la vieja nuevamente, el rostro de un oso y después la calavera, la muerte y el vacío bajo la capucha, la nada. Me impresionó ver aquella danza de rostros en el espejo y todas era yo.
Devolví el espejo perpleja, asombrada y recibí una pícara sonrisa de bruja. Desde luego ella sabía lo que había visto. Metí la mano en su caldero y visualicé como mi cuerpo se iba llenando de luz. Saqué mi mano ella siguió a lo suyo, con una sonrisa. Yo tenía que entregarle algo pero no supe qué... no tenía nada ¡qué podía ofrecerle! Ante mi indecisión y con su sonrisa de saber lo que pasaba me indicó con su mano que me largara. Así lo hice, un poco azorada por no haberle sabido agradecer con un detalle.
Al salir de allí me encontré con la espiral que subía y como un ascensor fui llegando a mi salón.Tenía una sensación muy extraña, no entendía porque no sentí ninguna cercanía especial con ninguna de las tres representaciones, así que pedí a la Diosa Oscura que me enseñara y me diera respuestas en mis sueños de esa noche. Despedí y agradecí a las guardianas de las direcciones. Me fui a dormir buscando respuestas.
Comencé a descender ayudada por la respiración, me costaba, así que decidí que ya había llegado. Entré en la habitación y la vi allí entre rejas. Era una dragona grande, de colores rojos y naranjas y ojos muy muy grandes. Nos miramos pero no nos reconocimos, creo. Yo sentía ternura por ella, me parecía un ser muy tierno a pesar de su enorme tamaño, como si la hubiesen separado muy pronto y hace muuucho tiempo de sus seres queridos. Le pregunté cuanto tiempo llevaba encerrada y esperé y esperé la respuesta pero no dijo nada, solo me miraba. Cogí la llave para entrar a abrazarla, me apetecía mucho mullirme contra su cuerpo y consolar lo que yo llamé tristeza.
Salí de allí para encontrarme con aquella hermosa mujer que con su presencia iluminaba la estancia curiosamente también con tonos rojizos y anaranjados. No sentí una especial cercanía pero como sabía de su conocimiento sobre el submundo le pregunté por las mujeres que no se muestan en mi y Perséfone me habló de la mujer tierna, suave, cercana y alegre a esa le cuesta aparecer en algunos contextos, pero ya lo pide a gritos desde hace tiempo; y también me habló de la mujer que ha de mostrarse en público, la que se deja ver, la mujer social, abierta, espontánea y segura de sí misma. Ellas dos andan reprimidas en mi. Así que con una señal de su rostro me indicó que abriera el cofre con la llave. Al hacerlo salieron de él dos diosas arquetípicas representando esas características, vinieron hacia mi y se metieron en mi cuerpo. Yo las sentí en mi, miré a Perséfone que me sonrió, le devolví una tímida sonrisa e hice una reverencia para despedirme.
Y allí fui, a encontrarme con la vieja y su caldero. La estancia iluminada por el fuego, los mismos colores. La vieja enjuta, bastante vieja y vestida de negro. No habló pero con gestos me apremió a que pasara. Me acerqué a ella, me indicó que me sentase y así estuvimos un buen rato, ella removiendo su pócima yo mirando embobada su trabajo y silencio. De repente me lo preguntó, me preguntó que es lo que me estaba impidiendo conectarme con mi sabia y me ofreció arrojarlo al caldero. Allí volqué el miedo, eso es lo que sentí que me sobra... miedo a mostrarme, miedo a ser vulnerable... el líquido comenzó a hacer grandes pompas y burbujas mientras ella removía sin descanso.
Cuando le pregunté cual era el camino para manifestar a la sabia ella en silencio y sin dejar de mover su ungüento me dio un espejo...¡qué potente fue mirar allí! Allí estaba la sabia. No era yo, aunque lo fuera, era una vieja profunda... con su capa negra y sus cuencas de los ojos mirando más allá. La sabia vieja estaba ahí al otro lado del espejo. Toque mi rostro, con asombro, y una mano en el espejo tocó a aquella anciana. Me quedé un buen rato mirando a los ojos de la vieja del espejo, y en un momento empezó a cambiar el rostro de la vieja... la misma rueda ante mis ojos, apareció el rostro de la doncella bajo la capa, el rostro de la madura, el rostro de la vieja nuevamente, el rostro de un oso y después la calavera, la muerte y el vacío bajo la capucha, la nada. Me impresionó ver aquella danza de rostros en el espejo y todas era yo.
Devolví el espejo perpleja, asombrada y recibí una pícara sonrisa de bruja. Desde luego ella sabía lo que había visto. Metí la mano en su caldero y visualicé como mi cuerpo se iba llenando de luz. Saqué mi mano ella siguió a lo suyo, con una sonrisa. Yo tenía que entregarle algo pero no supe qué... no tenía nada ¡qué podía ofrecerle! Ante mi indecisión y con su sonrisa de saber lo que pasaba me indicó con su mano que me largara. Así lo hice, un poco azorada por no haberle sabido agradecer con un detalle.
Al salir de allí me encontré con la espiral que subía y como un ascensor fui llegando a mi salón.Tenía una sensación muy extraña, no entendía porque no sentí ninguna cercanía especial con ninguna de las tres representaciones, así que pedí a la Diosa Oscura que me enseñara y me diera respuestas en mis sueños de esa noche. Despedí y agradecí a las guardianas de las direcciones. Me fui a dormir buscando respuestas.
...La Sabia ya Esta alli dentro, espera la senyal para salir completa a la Luz, la sombra espera la senyal para irse al caldero principal en el magma de la Tierra...
ResponderEliminar...dragon es Poder, Responsabilidad es Poder, vibra Poder!...
...miedo es ilusion, muerte es Amor, la Vida es Eterna. secuencia de elecciones en la Gran Rueda Cosmica... ...Circulo de Amor es la Vida...
:)
Gracias Aura. A veces me olvido de que Ella está ahí y me pongo a echarla de menos en lugar de dejarla salir...
ResponderEliminarBesos